Este miércoles 6 de mayo se vota la propuesta del Gobierno de prorrogar el Estado de Alarma. Contra esta nueva prórroga ya se han pronunciado algunos partidos políticos que han dicho que van a votar que no. Otros, se lo están pensando, y no saben si votaran en contra o se abstendrán. Parece que la mayoría de los partidos políticos, están más en sus "cosas particulares" que en la gravedad sanitaria que atraviesa el país. Porque, no se trata de jugar a política, si no de ser conscientes de la gravedad de la situación que atravesamos y de anteponer los intereses de "todos" por encima de otros intereses partidistas. La sensación que transmiten es que no son muy conscientes de lo que nos jugamos todos.

Podremos decir que las cosas se podrían quizás, hacer de otra forma. Que no se comparte la manera de hacer. Pero quien ha de hacer, es el Gobierno, que para eso gobierna, y en estos momentos, hacer del discenso una guerra de votos, parece cuanto menos poco serio. Porque al final, toda esta manera de proceder lo origina la batalla por los votos que las cúpulas de los partidos anteponen a los intereses de todos, sin detenerse a pensar que como salimos de la pandemia es determinante para que sus efectos sean los menos malos para todos. Si, para todos y todas. Trabajadoras y trabajadores, y para autónomos y empresarios también, porque la salida socio-laboral de esta situación determinará la nueva manera de hacer y sentir de la sociedad del futuro.

Resulta del todo necesario hacer un recorrido por las consecuencias que tendría el no prorrogarse el Estado de Alarma a efectos socio-laborales. Hay que recordar que el Estado de Alarma es el confinamiento que nos impide movernos con libertad, y que se ha considerado como herramienta básica para parar la propagación de la pandemia. La que hace que solo funcione aquello que se considera básico para que la sociedad pueda seguir viviendo, aunque solo sea a nivel latente.

Las medidas laborales como los ERTEs, los EREs, el teletrabajo, la "prohibición" de despedir o de finalizar contratos temporales, el permiso retribuido recuperable, y más y más, no son el Estado de Alarma, son una consecuencia de él. Por ello, se regulan en normativas posteriores, y van en función de cómo ha ido evolucionando la situación sanitaria. Son herramientas vinculadas directamente al mantenimiento del Estado de Alarma.

Es evidente que si finaliza su vigencia, finaliza automáticamente toda la normativa que va vinculada al mismo. Finalizarían los ERTEs por fuerza mayor producidos por el COVID-19. Los trabajadores afectados y trabajadoras afectadas, volverían mañana a sus trabajos. Volverían a cobrar de sus empresas que pagarían sus salarios y las cotizaciones, aunque no tuvieran ingresos. Se repondría automáticamente la normativa anterior, y en estos ERTEs, no todos los trabajadores tienen derecho a cobrar paro, ni durante todo el tiempo que dure, y menos sin consumir paro acumulado. También, la empresa continuaría pagando las cotizaciones de los trabajadores mientras dura la suspensión o la reducción de jornada.

Si no se prorrogara el Estado de Alarma, finalizaría:

- La "prohibición" de despedir o de finalizar contratos temporales.

- La "prohibición" de despedir. Que no es una prohibición. Es que no se puede alegar el COVID-19 como causa de despido, y por tanto este tipo de despido objetivo, pase a ser considerado como despido improcedente. Consecuencias, que la indemnización sea de 33 días/año por improcedente, y no de 20 días/año de indemnización de despido objetivo, o los 12 días/año de indemnización por finalización de contrato temporal.

- No se prorrogaría la interrupción de la duración de los contratos temporales.

- La suspensión de plazos en la jurisdicción social y en el SEPE. Empezarían a correr los plazos para demandar, para pedir el paro, o los subsidios oportunos.

- No serían las empresas las que tendrían que pedir el paro colectivamente para sus trabajadores en caso de ERTE, sería cada trabajador el que tendría que pedir su paro.

- Acabaría la prioridad del teletrabajo.

El que no se prorrogara el Estado de Alarma no impediría que las empresas siguieran haciendo nuevos ERTE, mientras ellas consideren que existen motivos para ello. En el ámbito laboral, estos son los efectos inmediatos que originaria el no prorrogarse el Estado de Alarma.