Más de la mitad de las capturas mundiales de túnidos tropicales (listado, rabil y patudo) proceden de la pesca con Dispositivos Concentradores de Peces (DCP) o en inglés FAD (Fish Aggregating Device). El uso de estos objetos artificiales que flotan en la superficie del mar ha crecido sensiblemente durante los últimos años, lo que ha llevado al establecimiento de medidas de ordenación dirigidas a restringir su impacto en las poblaciones de atunes. Además, se ha hecho necesario evaluar las consecuencias que puedan tener sobre el ecosistema marino. El centro tecnológico AZTI trabaja en el diseño e implementación de métodos de pesca menos invasivos con el ecosistema marino. En el marco de esos esfuerzos se encuentra el proyecto europeo BIOFAD, una iniciativa que ha consistido en pruebas con DCP construidos con materiales biodegradables y que reduzcan la captura de especies no deseadas.

"La pesca mediante dispositivos DCP convencionales provoca impactos no deseados para el ecosistema marino, ya que su diseño no biodegradable genera residuos en el mar. Además, el uso de materiales enmallantes provoca que otras especies accesorias como tiburones o tortugas queden atrapadas en las redes con el consiguiente coste para el medio ambiente", asegura el responsable del proyecto en AZTI, Iker Zudaire. Para revertir este escenario, el centro tecnológico ha ensayado en mar abierto nuevos prototipos de dispositivos que toman el nombre de la iniciativa, BIOFAD. Estos dispositivos han sido construidos a base de materiales biodegradables y diseñados específicamente para que los animales marinos que no sean objetivo de la actividad pesquera no resulten capturados de forma accidental. La principal conclusión del proyecto, impulsado por la Unión Europea, es que los dispositivos BIOFAD presentan la misma utilidad que los DCP convencionales para la pesca y presentan aspectos positivos como el buen funcionamiento de algunos de los materiales biodegradables utilizados y la reducción significativa de material sintético. El aspecto negativo reside en su mayor coste de fabricación. El proyecto BIOFAD está liderado por AZTI y cuenta con la colaboración del Instituto Español de Oceanografía (IEO) y el organismo público francés de investigación científica IRD. Asimismo, el proyecto ha contado con la colaboración de ISSF (International Seafood Sustainability Foundation) y de la industria en la que han participado las flotas de atuneros congeladores europea y de Seychelles asociadas a ANABAC, OPAGAC y ORTHONGEL, así como la flota coreana.