Nunca imaginé que tendría que escribir cómo creo que será la sociedad después de la pandemia y las lecciones que podemos sacar de ella, porque nunca pensé, ni en mis peores sueños, que esto tan terrible nos pudiera pasar en pleno siglo XXI. Pero pasó y por desgracia está pasando, dejando demasiado sufrimiento. Con unas expectativas de futuro demasiado pesimistas. No estábamos preparados para esto.

Todo ha ido muy rápido, parece que el mundo se derrumba y todavía no existen recetas que nos ayuden a encontrar el camino rápido de salida.

Con pena, vemos que ni gobiernos ni organizaciones internacionales saben muy bien qué hacer para combatir este virus, ni para esquivar o amortizar el batacazo que se avecina en el escenario global.

Pero en estos días tan dolorosos, también pasan cosas extraordinarias. Personas y profesionales a los que tanto tenemos que agradecer y a los que cada vez valoraremos más.

A todo el personal sanitario, a los que hemos visto agotados pero sin desfallecer, salvando vidas a pesar de que estaban arriesgando las suyas. Les seguiremos aplaudiendo, pero los aplausos no serán suficientes.

También a todos aquellos que han estado trabajando para que, aunque de manera distinta, esto no parara.

Tal vez después del coronavirus nada vuelva a ser igual. Debería no serlo.

La mayor esperanza la pondremos en la ciencia y en los científicos, sentiremos que la sanidad pública es vital, que las personas mayores necesitan nuestra protección, que las tareas de cuidados son fundamentales y los hombres igualmente responsables de lo doméstico. Ahora que a causa del confinamiento, los espacios de socialización como las escuelas, el trabajo, etc. han desaparecido y sus funciones se transfieren al ámbito doméstico, la carga de gestión continúa recayendo sobre las mujeres y eso necesariamente tiene que cambiar y los hombres tiene que asumir su cuota de responsabilidad.

Seguramente también habrá cambios en la forma de trabajar. El teletrabajo ya es imparable y puede ser una manera de trabajar eficiente y productiva. Incluso en aquellas actividades de atención al público que considerábamos casi inviable esta fórmula, se ha convertido en una realidad.

Fuerte ha sido el empujón que la digitalización ha tenido en todos los aspectos de la vida (trabajar, estudiar, relacionarnos, comprar, etc.) como consecuencia del confinamiento.

También desde las Asociaciones hemos recurrido a las nuevas tecnologías para seguir prestando los servicios a los ciudadanos: video conferencias, video llamadas, etc. nos han permitido seguir ayudando a las personas, porque muchas necesidades no desaparecen por estar en casa, incluso surgen nuevas y debemos de ofrecer soluciones para que el aislamiento tenga el menor impacto posible en las personas, principalmente en las que están solas.

Esta maldita pandemia nos tiene que servir también para que nos importe cada vez más cuidar nuestra salud tanto física como mental y tener una buena calidad de vida, dentro de un estado del bienestar cimentado con buenos servicios de salud, educación y atención social.

Pocas cosas positivas nos ha dejado esta crisis, pero una de ellas es inmensamente importante: el planeta está agradeciendo que hayamos parado. El aire está más limpio, las aguas más transparentes, los animales recuperando espacios que les habíamos ocupado... La defensa del medio ambiente no admite discusión. Desde hace mucho tiempo sabemos que necesitábamos cambiar los modelos porque la naturaleza ya no podía más, ahora el cambio es urgente.

No podemos seguir con el crecimiento infinito a costa de las personas y del planeta.

No podemos perder la oportunidad de dejar de hacer las cosas que hemos hecho mal y cometer los mismos errores que antes de la pandemia.

Tendremos que poner a trabajar la imaginación.

Que lo que hemos aprendido a mirar con otros ojos durante el confinamiento continuemos viéndolo después así.

Recordaremos que las mejores cosas de la vida son gratis: la familia, los amigos, los abrazos, las sonrisas, la gratitud y sobre todo el amor.

Celabraremos la vida con las pequeñas cosas y creo que valoraremos la calidad por encima de la cantidad y seguro que lograremos ser una sociedad muchísimo más solidaria y amable.

Mi más sentido pésame a todas las personas que han perdido a un ser querido y todo mi apoyo a todas aquellas que están luchando contra la enfermedad, con la esperanza de que esto terminará pronto.