Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Vienen elecciones

A estas alturas de la pandemia, su incidencia en el calendario electoral mundial es una realidad incontestable que ya no admite discusiones. Más de medio centenar de países desde España, Siria, Rusia, Sri Lanka, Nigeria, Brasil, Colombia o Estados Unidos, han decidido retrasar procesos electorales esperando días más seguros para la democracia.

Porque si algo han demostrado los procesos que se han realizado durante la pandemia es la fuerte bajada de participación de estos comicios respecto de elecciones anteriores, incluso en países donde la pandemia no esta tan extendida. Y ello, a pesar de que en Mali los datos oficiales del Ministerio se empeñan en mostrar una participación normal, de 34%, que contrasta con la que reconoce la Misión de Observación Electoral que escasamente supera el 23%.

En la mayoría de los países democráticos, salvo el estrepitoso error de Macron, uno más entre los muchos cometidos en su mandato, se ha impuesto el sentido común hobbesiano, "primum vivere, deinde philosophari", donde en sentido común lo aporta el "primum vivere" y lo hobbesiano el "deinde lo que sea".

La actitud de Evo Morales, utilizando su mayoría parlamentaria en medio de la pandemia para imponer una votación que obligue a la inmediata convocatoria electoral, resulta simplemente ridícula y refuerza a una Presidenta que "observa" (veta) la decisión de la Asamblea Nacional en nombre de la salud de los bolivianos.

No son pocos los políticos del mundo que han asistido a la decisión de la convocatoria electoral con más sentido estratégico que sentido común, porque está claro que la pandemia está reforzando algunos liderazgos y quebrando otros de forma definitiva. No hay que salir de Galicia para ver a alcaldes activos, movilizados y volcados con la crisis, mientras otros dan muestras claras de falta de iniciativa y, más aún, de capacidad de aportar soluciones.

En momentos como estos, la gente busca estabilidad, y no me cabe ninguna duda que los liderazgos que ofrecen iniciativa, seguridad y estabilidad a los ciudadanos se verán recompensados tras la crisis sanitaria, otra cosa son los efectos de la crisis económica que vendrá.

Y eso quiere decir, que la evaluación que los ciudadanos hacen en este momento tiene como base exclusivamente la gestión de la situación. Es la acción de gobierno la que decide la percepción que los ciudadanos tienen de esta crisis sanitaria. Y algunos gobernantes han comprendido que la seguridad con la que formulan sus propuestas es fundamental para la percepción de los ciudadanos, sobre todo cuando se están produciendo tantos vaivenes por parte del gobierno central.

Por eso cuando Urkullu propone celebrar las elecciones vascas en julio, e inmediatamente se suma a los que solicitan levantar el estado de alarma, flotan aerosoles de tacticismo en el ambiente que parece empiezan a contagiar a un PP que ya está subiéndose al carro de la suspensión del estado de alarma.

Mucho me temo que Urkullu y Feijóo no se resistan a comprobar si las supuestas debilidades del PSOE en la gestión de la crisis, y la incertidumbre en la que nos encontramos los ciudadanos con la vaga definición de las medidas, ha tenido un coste electoral suficiente para asegurar su reelección. Y aquel Urkullu que en febrero tenía que disculparse por la gestión del derrumbe de Zaldivar, o el Feijóo que veía terminado su ciclo en Galicia, no estén ahora ante una perspectiva absolutamente diferente.

No obsta, sin embargo, recordarles a ambos, "primum vivere, deinde lo que sea".

Compartir el artículo

stats