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Papel vegetal

El mazazo de Karlsruhe

La sentencia del Tribunal Constitucional alemán que acusa al Banco Central Europeo de haberse extralimitado con su programa de compra de deuda soberana no podía haber llegado en peor momento.

Cuando, en medio de una pandemia de origen todavía desconocido y consecuencias económicas imprevisibles, parece haber más necesidad de empatía y cooperación entre los países europeos, el tribunal de Karlsruhe deja bien claro que en Alemania sólo mandan los alemanes.

Su decisión echa por tierra aquella solemne y contundente declaración del ex presidente del BCE Mario Draghi de que esa institución haría "todo lo necesario para preservar el euro", con el añadido: "Y créanme, será suficiente".

Los jueces alemanes dictaminan ahora que las compras de deuda soberana fueron en parte anticonstitucionales y conminan al organismo a demostrar en un plazo de tres meses que se actuó en todo momento de modo proporcional.

Al mismo tiempo desautorizan con su veredicto al propio Tribunal de Justicia europeo, para el que la compra masiva de deuda soberana no violaba el mandato del Banco Central Europeo.

En interpretación del vicepresidente del Consejo Económico de la CDU y candidato a la presidencia cristianodemócrata, Friedrich Merz, con su histórica decisión, Karlsruhe no ha hecho otra cosa que defender "los derechos de los ahorradores, tomadores de pólizas de seguros, propietarios inmobiliarios y accionistas" germanos.

Aunque el Tribunal Constitucional alemán sólo puede decidir sobre las medidas del Bundesbank y sus decisiones no afectan a todo el BCE, el veredicto tendrá importantes consecuencias ya que el banco emisor alemán controla más del 21% del capital del europeo.

El Bundesbank, que no ha ocultado nunca su disgusto con la política de Draghi, deberá suspender en el futuro su programa de compra de deuda soberana a menos que justifique su absoluta necesidad.

Aunque la sentencia del tribunal alemán no parece que vaya a afectar de momento a las compras de deuda relacionadas con el combate contra el al Covid-19, no es de excluir que, puestos a buscarle las cosquillas, vayan a presentarse demandas contra ese programa.

El debilitamiento de la política monetaria común aumentará la presión sobre los gobiernos europeos para que se hagan más responsables de sus decisiones. Es decir que toca de nuevo austeridad.

Pero, como reconoce en un comentario el Frankfurter Allgemeine Zeitung, es de prever que se intensifique al mismo tiempo el debate en torno a los eurobonos y Alemania se ve acusada una vez más por sus socios de "aguafiestas".

La política monetaria, escribe ese diario conservador, no puede asegurarse a largo plazo a base de financiar a los Estados con compra masiva de deuda soberana sin que termine perdiendo su independencia y su capacidad de lucha contra la inflación.

El FAZ considera nada menos que "aberrante", y no sólo desde el punto de vista jurídico, que Alemania pueda extender a toda la eurozona su calidad crediticia, que es elevada, pero "no ilimitada".

En un momento en el que todos los países están preocupados no sólo por la crisis sanitaria sino al mismo tiempo por las consecuencias económicas a corto y medio plazo de la pandemia, la sentencia de Karlsruhe no puede resultar más inoportuna.

En un momento además en que crecen las tendencias centrífugas en el seno de la UE, alimentadas por los egoísmos nacionalistas, Alemania parece querer seguir también su propio camino. Está jugando con fuego.

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