Hoy se cumplen los aniversarios de una serie de sucesos que evocan las ideas de paz, convergencia y unión. Hace 75 años, en la noche del 8 al 9 de mayo de 1945, se firmaba la capitulación incondicional de la Alemania nazi. Aunque el fin de la guerra continental suele conmemorarse el día 8, una serie de países del Este de Europa lo hacen el 9 de mayo. En cualquier caso, una declaración de la Asamblea General de las Naciones Unidas reserva ambas jornadas para el recuerdo de quienes perdieron la vida durante la Segunda Guerra Mundial.

Lejos del fundamento de la reconciliación, en la órbita política de Rusia el 9 de mayo se celebra como Día de la Victoria y es festivo a efectos laborales. Tres décadas después de la caída de la Unión Soviética, esta fiesta de allí sigue siendo una exaltación militarista.

Algunas ex repúblicas soviéticas han procurado alejarse de la concepción del Kremlin sobre el 9 de mayo, y el ejemplo más brillante es Moldavia. En 2018, los parlamentarios de ese país añadieron otro significado al festivo que antes solo era para ellos el Día de la Victoria: ahora también celebran el Día de Europa.

En otro tiempo, la fiesta de Europa podía considerarse el día en el que se fundó el Consejo de Europa, la organización internacional que desde 1949 promueve los derechos humanos en nuestro continente. Pero desde 1985, cuando la cumbre de Milán de los Jefes de Estado y Gobierno comunitarios, en el espacio de la actual Unión Europea se instaura el Día de Europa como conmemoración de un suceso histórico distinto.

Hace 70 años, el 9 de mayo de 1950, el ministro francés de Asuntos Exteriores Robert Schuman pronunció su famosa declaración que ha llevado a constituir la primera comunidad europea, dedicada a poner fin a las nuevas rivalidades de la posguerra en torno a la producción y comercialización del carbón y del acero. Ese proyecto, ideado por el también francés Jean Monnet, enseguida fue acogido por el canciller alemán Konrad Adenauer y otros dirigentes de la época, considerados Padres fundadores de la Unión Europea.

Desde entonces, la construcción europea se basa en el presupuesto que se expone en la Declaración Schuman y que no debemos olvidar: «Europa no se hará de una vez ni en una obra de conjunto: se hará gracias a realizaciones concretas, que creen en primer lugar una solidaridad de hecho».

Coincide que ese mismo día de hace 70 años, Adenauer convocaba su propia rueda de prensa, en la que manifestó la disposición del gobierno federal alemán de adherirse al antes referido Consejo de Europa, demostrando la auténtica apuesta democrática (no confundir con la RDA, que de democrática solo tenía el nombre). Aquella tarde del 9 de mayo de 1950 Adenauer dijo: «La unión de Europa, bajo la inclusión de la República Federal Alemana, es un camino muy importante para conseguir y mantener la paz (€) ofrecer una paz duradera a los pueblos del mundo».

Si bien, el cúmulo de coincidencias alrededor de la fecha no termina aquí.

Hace 65 años, el 9 de mayo de 1955, Alemania Occidental se convirtió en miembro de la Alianza Atlántica (OTAN). Así, en plena postguerra y al poco de la desnazificación, en la Europa de las libertades dejaron de haber vencedores y vencidos.

Por todo ello, el día 9 de mayo es símbolo de la Unión Europea, recuerdo de la victoria sobre el nazismo y seña de la conversión alemana.

Pero lo mejor es cómo la magia de este día inspira el futuro común europeo: sin duda, el 9 de mayo es una marca de convivencia, cohesión y prosperidad.