Contra todo pronóstico, la mayor parte de la Comunitat Valenciana no ha pasado este lunes 11 de mayo a la fase 1 de la desescalada en el confinamiento por el covid-19 y ese contraste, entre lo esperado y lo resuelto, ha producido una tormenta de declaraciones alimentada por agravios que parecen crónicos. Me refiero a la infrafinanciación, las infra-inversiones o el más reciente reparto de los 16.000 millones de euros a las Comunidades Autónomas que, previsiblemente, una vez más, nos dejen lejos de lo que nos correspondería por nuestro peso poblacional.

El argumento del Gobierno para dejar fuera de esa fase 1 a gran parte del territorio valenciano ha sido la insuficiencia de test realizados a personas con síntomas leves compatibles con padecer el coronavirus, aunque eso no significa que estén fuera de control, pues son objeto de seguimiento por parte de atención primaria. Bueno, seguro que es un criterio razonable, pero esos test no se han realizado porque el propio Ministerio de Sanidad lo desaconsejaba, según refiere la subdirectora general de epidemiología de la Comunitat Valenciana, Hermelinda Vanaclocha. Y, aun así, añade que esos test se han realizado a casi un tercio de la referida población.

Es decir, que los criterios o parámetros que se entendía iban a determinar el pase a la nueva fase se cumplían y, en palabras de la consellera Barceló, con matrícula de honor otorgada por el mismísimo ministerio que en ningún momento la ha desmentido. Si a lo dicho añadimos que la fortuna ha determinado que nuestros niveles de contagiados por cada 100.000 habitantes o de fallecimientos han venido siendo sensiblemente inferiores a la media, todo hacía pensar, y a mí el primero, que este lunes 11 de mayo estaríamos en la dichosa fase 1. Ergo, vistas así las cosas ¿cómo no va a estar molesto el President de la Generalitat?

En un discurso templado, pero contundente, el Presidente de todos los valencianos ha desgranado, con detalle y blandiendo un informe de más de 200 páginas, los argumentos que yo apenas apunto. Ha sido claro y ha exigido claridad, ha defendido cogobernanza y reciprocidad y nunca ha cuestionado la necesidad de un mando único. Ha sido leal.

Y ha tenido que hacerlo porque las comparaciones son odiosas, y en la política española el odio es un modus operandi cada día más en boga. En el diálogo entre Gobierno y Govern, porque el tono civilizado de ambos no permite hablar de cruce de acusaciones, buena parte de la oposición, pero no solo de la oposición, y sobre todo los empresarios y la sociedad valenciana que podían volver a la actividad en la fase 1 se han preguntado quién mentía.

Queda claro, a mi entender, que el President de la Generalitat no solo no ha mentido, sino que las expectativas de pasar a la siguiente página de la desescalada, que le reprochan haber generado, eran fundadas en datos objetivos y en alabanzas del propio ministerio.

Yo no creo, al igual que el President, que en esta decisión del Gobierno de España haya habido más razones que la prudencia, pero sería bueno conocer cómo se ha aplicado esa prudencia a otros territorios de nuestro país que, aparentemente, presentaban peores datos que los registrados en la Comunitat Valenciana y que, sin embrago, están en la siguiente fase. La transparencia y la claridad nunca vienen mal, porque solo así se acalla a los maledicentes interesados.

No se trata de ir contra el Gobierno de España. Por razones evidentes, pero también por talante personal, Ximo Puig debe estar no solo indignado, sino verdaderamente incómodo ante la situación creada por la mutua buena fe, si se me permite la ingenuidad: porque la decepción es el resultado lógico ante una expectativa creada por los datos objetivos y las consideraciones del ministerio, y porque la incomodidad es lo que produce tener que discrepar públicamente con un Gobierno que respaldas, un ministro que aprecias y una oposición que se relame.

No estaba en mi intención salir a la palestra sobre un tema ya sobradamente manoseado, pero la defensa de un trato justo a los intereses valencianos (incluido en primer término el referido a la salud), el apoyo al Govern y su President que han demostrado seriedad, rigor y solvencia en circunstancias tan difíciles y, por último, escuchar a Antón Losada esta mañana del 11 de mayo, me han decidido a escribir estas líneas.