El impacto del virus en nuestra sociedad genera una enorme incertidumbre y nadie es dueño de certezas absolutas. Estamos ante algo desconocido, nos falta marco y se opera desde mucha tensión en el cálculo de previsiones. La gran pregunta que debemos hacernos es cómo repercutirá el virus en el consumo, el PIB o el sector inmobiliario. Tras el inaudito golpe inicial me gustaría intentar acotar cómo está siendo el efecto en el sector de la vivienda.

En nuestro sector nos encontramos en una situación muy particular. Tras la crisis del 2008 las empresas conseguimos reestructurar nuestra actividad y, sin embargo, a diferencia del 2008, la que nos acucia ahora no es una crisis ni financiera ni inmobiliaria. Es una crisis sanitaria que nos golpea a todos de modo diferente. Así, la anterior crisis partía de un alto endeudamiento de empresas, familias y entidades y un exceso de oferta. Además, afectaba a un sector sustentado sobre unos pilares que no eran suficientemente sólidos. Ahora es muy difícil calibrar el futuro pero me atrevo a decir que esta crisis ha encontrado empresas reconvertidas, con un nivel de endeudamiento adecuado, con una oferta ajustada a las exigencias de la demanda -sin stock de vivienda nueva- y con unas entidades financieras saneadas.

En el modelo actual basado en la moderación y prudencia las empresas intentamos satisfacer el acceso a la primera vivienda por parte de los jóvenes, responder a la presión en el alquiler y a la demanda en el turismo residencial. Luego está la cuestión de los tiempos. En nuestro sector los plazos medios suelen ser de 3 años: es decir, se compra sobre plano y no se arrancan los proyectos hasta que se confirma un porcentaje elevado de ventas y hasta hoy no se ha generado stock de vivienda terminada.

Nosotros, desde la estrategia de Avanza Urbana, queremos aportar producto que garantice la demanda en cantidad y calidad de vivienda -un espíritu que compartimos con el sector a través de estudios de mercado e investigación- y como sucede en toda situación crítica, esta debe ser una oportunidad también. Así, debemos cubrir la necesidad de un parque de viviendas adaptado a la presión de primera ocupación y alquiler. Sin duda alguna, éste es el momento de impulsar un plan conjunto público-privado.

Creo, por otro lado, que en el ámbito de la cultura del consumo, el confinamiento por el coronavirus va a acelerar tendencias de transformación, multitud de cambios que estaban camino de producirse en todos los sectores en los próximos años y se van a precipitar de forma vertiginosa y serán realidad en pocos meses. Con el desconfinamiento y la vacuna, el proceso de recuperación será gradual e irá por sectores. De ahí que sea relevante en este momento el papel del sector inmobiliario como tractor de la economía, locomotora siempre de la actividad y el empleo. Con empresas bien gestionadas, la colaboración de la Administración con financiación y con ayudas a la 1ª residencia de jóvenes, con planes similares al creado en el Reino Unido -«Help to Buy»- ayudaríamos a la compra y contribuiríamos a la recuperación.

Respecto al contexto concreto, hay algunos datos que invitan al optimismo. El volumen de cancelaciones de contratos durante el mes de marzo ha sido muy bajo, los clientes siguen adelante con su plan de vida, el crédito sigue fluyendo a intereses muy bajos y es muy previsible que, tras la crisis del COVID, se mantenga a estos niveles durante mucho tiempo. La compra seguirá siendo una opción muy interesante. En cuanto al parque de pisos, la producción actual de vivienda de obra nueva es inferior a la demanda estructural (viviendas nuevas entregadas en 2019 - 56.000 vs. 120.000) y la ratio de construcción por cada 1.000 habitantes está en mínimos históricos. Además, durante los últimos años apenas se ha fabricado suelo finalista nuevo por lo que la oferta en zonas de demanda es muy escasa. Estamos pues en el momento de poder ofrecer a futuro viviendas a nuestros clientes y mantener el equilibrio y estabilidad entre oferta y precios.

En suma, me adhiero totalmente a las posiciones de la patronal valenciana de promotoras, APROVA: es el momento de ser audaz. Es el momento de solicitar a la Administración agilidad en los procedimientos de concesión de licencias de edificación de nueva planta y potenciar la declaración responsable para la primera ocupación. Ahora se debe actuar con bonificaciones sobre las tasas las edificaciones. Además, se debería diferir el pago durante la ejecución de las obras, hasta un máximo de 24 meses, para las obras que se inicien durante 2020 y 2021. En cuanto al IBI, defendemos la bonificación durante cinco años para la compraventa de viviendas y también nos parece necesario potenciar la promoción del destino Comunidad Valenciana. Y concluyendo, la política de vivienda debe resolver la falta de oferta en venta y alquiler de VPO porque en la actualidad el sector quiere hacer más vivienda protegida pero no puede.