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Generar desconfianza por falta de transparencia tiene un alto coste de credibilidad. La afirmación se dirige al Gobierno, y no es mía sino de Ximo Puig, presidente de la Comunidad Valenciana y, como se sabe, una de las personas que más hizo por elevar a Sánchez hasta su sillón en La Moncloa. Pero desde luego a éste, a Sánchez, se le debe dar una higa perder más credibilidad porque apenas le debe quedar ninguna en sus alforjas. De hecho, y aunque todos los ocupantes de la presidencia del Gobierno mienten „que diría el doctor House„ ninguno lo ha hecho con tanta insistencia y alcance como el que nos tiene en pleno proceso de vuelta a la "nueva normalidad". Mentir no le pasa factura alguna a Sánchez gracias a que la oposición es, hoy por hoy, inexistente, con Ciudadanos dando saltos de una estrategia a otra y el Partido Popular en manos de un imberbe que no genera ni confianza ni ilusión alguna. Mientras los votantes socialistas insistan encima en olvidar que Sánchez ha llevado al PSOE a las antípodas de donde lo situó Felipe González, tenemos sanchismo „y pablismo„ para rato.

Ximo Puig se queja de que no se sabe qué criterios se han aplicado para dejar a la gran mayoría de la comunidad valenciana fuera de la fase 1 de la desescalada. No lo sabe nadie pero se sospecha que se hizo así porque resultaba poco fino impedir ese primer alivio sólo a comunidades autónomas gobernadas por la oposición. Como es natural, se trata de una sospecha imposible de demostrar porque las ruedas de prensa que da a cada momento Sánchez son cualquier cosa salvo transparentes. Una y otra vez, contesta a las preguntas „filtradas por su gabinete de entre todas las que le llegan„ sin decir nada. Por ejemplo, no se sabe quiénes son los responsables de la gestión sanitaria pese a que la ley exige hacer públicos sus nombres y, cuando se le pregunta por ello, Sánchez replica que el ministro y el inefable doctor Simón ya lo han dicho, cosa que por supuesto no es cierta.

La falta de transparencia ha sido el mecanismo elegido por el Gobierno para manejar la crisis del coronavirus sin necesidad de dar cuentas a nadie. El Portal de la Transparencia quedó suspendido durante el estado de alarma y, aprovechando tan feliz circunstancia, los ministerios ocultan los contratos con los que se compran los materiales sanitarios. Pueden hacer de tal suerte lo que les plazca, incluso contratar con empresas sospechosas o culpables directamente de vender test y mascarillas inútiles. Semejante política de ocultamiento que, para Puig, llevaría a perder toda credibilidad, alcanza al Consejo de Transparencia, el organismo independiente que se supone que ha de controlar semejantes contratos. Transparencia acaba de responder a la denuncia presentada por una senadora del PP diciendo que no tiene competencias para hacerlo. Puig se equivoca. Mentir, hoy, sale gratis.

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