Creo que la primera vez que leí la expresión Cafarnaúm para referirse a un lugar o espacio muy frecuentado, vamos, lo que se diría popularmente estar «como sardinas en lata», fue en un texto de Joan Fuster, y me imagino que un escritor como Josep Pla, también maestro en el uso de la palabra precisa e incisiva, haría uso de la expresión en algunos de sus escritos. El primer Día del Desconfinamiento sobre la tierra me propuse celebrarlo con un paseo por el antiguo cauce del río Turia o Jardí del Túria o nuestro Centra Park autóctono. Elección fatal. El Cafarnaúm fusteriano se me presentaba en toda su vastedad ante mis ojos: En el inicio de la rampa de acceso al jardín urbano ya se anunciaba una gran feria, familias enteras dispuestas a respirar el preciado aire y oxígeno de nuestro bosque urbano después de semanas enclaustrados en el sofá. Las primeras señales de alarma saltaron con un grupo de aguerridos ciclistas que bajaban la rampa como si fueran Induráin y Rominger descendiendo el Tourmalet, llevándose consigo a todo, hombre, mujer, niño o perro, que osara cruzarse en su camino y en sus dos ruedas. Afortunadamente ese día los también valientes y aguerridos usuarios de patinetes eléctricos habían decidido quedarse en casa, evitando una mayor congestión viaria. No fue así, el de algunos patinadores y patinadoras que se deslizaban, también por el solicitado carril bici, imitando a Fred Astaire y Gingers Rogers. Un coche de la policía intentaba organizar el maremágnum sin mucho éxito mientras corredores y corredoras florecían de los cuatro puntos cardinales del jardín urbano como si aquello fuera el Dia D y el desembarco aliado de Normandía. Me acordé de Joan Fuster, aquello sí que era un verdadero Cafarnaúm.

No sé si esto tiene algo que ver con esa nueva normalidad que se repite cada día. El señor Casado, cabeza y barba visible de la oposición -con el permiso del señor Vox, Santiago Abascal- se refería al término tachándolo de cursi. Hombre, a mí no es que me entusiasme la expresión, pero despues de verlo - al señor Casado- reflexionando profundamente en el espejo de su cuarto de baño, la verdad, merecería el titulo de Mister Pretencioso 2021. El adjetivo nuevo o nueva ha tenido a lo largo de la historia reciente un gran predicamento. Como oposición a lo viejo o vetusto. A lo oficial o académico. Como elixir regenerador. La política americana que sabe un rato largo de cosas de marketing y propaganda, nos ha dejado algunos ejemplos notables del uso del término. Ahí está aquel New Deal que promocionó el Presidente Franklin D. Roosevelt en tiempos de la Gran Depresión o posteriormente la Nueva Frontera del malogrado John F. Kennedy. Tengo mis dudas de que el Presidente Kennedy sea más recordado hoy en día por su ideario político que por sus historias extramatrimoniales.

Hubo una Nouvelle Vague o Nueva Ola que practicó el zoom cinematográfico sobre una silla de ruedas y cámara en mano y que acabaría contagiando todo el mundo de nuevos y jóvenes cines. En España, en pleno franquismo «nueva ola», con Fraga Iribarne dejando entrar los bikinis en las playas y el menú turístico en bares y restaurantes, quedaba bautizado el Nuevo Cine español de los Saura, Summers, Picazo y compañía con el patrocinio de un director de cinematografía llamado José Maria García Escudero. Ese mismo nuevo cine español que desde Barcelona por obra de un deslenguado Ricardo Muñoz Suay era etiquetado de mesetario para disgusto de los críticos y directores madrileños.

Antes, mucho antes de la nueva normalidad que nos ha traído la pandemia hubo también un Art Nouveau, aunque lo más nuevo y transgresor en la cosa artística llegaría con un urinario como objeto de exposición del señor Marcel Duchamp. Y una Nova Cançó que le puso lirismo poético a la melodía. Y también un Nouvel Observateur, que era de lectura preferente para los ilustrados antifranquistas. Y una Nouvelle Cuisine antes de la cocina posmoderna de Ferran Adrià. Y una New Wave y unos Nuevos Románticos que devolvieron al pop musical un poco de glamur despues de los andrajosos tiempos del punk. Y hasta un New Look que al acabar la Segunda Guerra Mundial le dio esplendor y metros de tela de más a la moda y los vestidos de las señoras. Y hasta por haber hubo un Ordine Nuovo como movimiento fascista en Italia y entre nosotros una Fuerza Nueva que tenía poco de nueva y mucho de vieja.

Ahora, mientras me voy desconfinando poco a poco de la cabeza a los pies, intento ponerme al día para cuando llegue el juicio final o la nueva normalidad anunciada.