Pensar que todo volverá a ser igual es de ser muy ilusos. Creo que ya nadie se lo plantea. Sabemos que tendremos que adaptarnos a muchos cambios. No obstante, me niego a llamarlo «nueva normalidad» si lo normal es vivir en una sociedad aséptica donde se multiplican los parados por minutos. Para mí eso no es normalidad. Ni nueva ni vieja, no lo es.

No sé a quién se le ocurriría lo de «nueva normalidad» para definir lo que se nos viene después de la pandemia. Me parece simplista. Pero, sobre todo, considero que trata de disfrazar de normal una situación que no lo es. El término realidad me parece más ajustado. La ciudadanía es madura, no hace falta que maquillemos nada. Saben lo que hay y demuestran estar a la altura. Seguro que también lo están en la nueva realidad. Todos nos adaptaremos, eso sí, siendo conscientes de que lo que era normal se habrá acabado.

Sin duda, el ser humano es capaz de superar situaciones muy difíciles. Una de las pruebas es que, para protegerse, relativiza algunas realidades que en un principio le alarmaban. Sin embargo, me preocupa que nos podamos familiarizar con las cifras de paro y de fallecidos. Me entristece que podamos anestesiarnos al ver el dolor de las personas que han perdido a sus seres queridos sin ni siquiera despedirse. Me niego en rotundo a reducir a cifras ese dolor porque no son números, son personas que han llorado en soledad. Tienen mi absoluto respeto y sus familias mi máxima solidaridad.

Por lo que a mí me toca, como política y representante pública, sé que se nos juzgará, como al resto de partidos políticos, por lo que estamos haciendo durante esta crisis. Por eso, pero sobre todo porque estamos convencidos de que es lo que hay que hacer, en Ciudadanos lo hemos tenido claro desde el primer minuto. El virus no entiende de ideologías políticas, aparquémoslas ahora nosotros. Los ciudadanos nos necesitan.

En este sentido, cada vez que tomo una decisión, lo hago pensando en lo que será mejor para la provincia de Valencia. Siempre que hemos presentado iniciativas, que no han sido pocas, en cada llamada al Presidente de la Diputación o en cualquiera de las aportaciones que hemos hecho, el objetivo solo ha sido uno: el interés general.

Así, hemos trabajado para que se garantice la protección individual de cada uno de todos nosotros; para que nuestros autónomos y trabajadores, que duramente tienen que levantar la persiana, cuenten con el apoyo institucional que tanto necesitan y para que ni un solo ciudadano se quede atrás por esta crisis sanitaria y económica. Salvar vidas sí, salvar empleos también. En definitiva, proteger a las familias.

Como digo, los españoles tendremos la oportunidad de elegir a quienes han actuado con responsabilidad y de desaprobar a los que solo han pensado en ellos mismos y en sus partidos. La crisis está dejando al descubierto los verdaderos intereses de cada formación política. La ciudadanía lo está viendo y es ella la que hablará en las urnas. Este es el verdadero examen. Ya está bien de buscar cabezas de turco, del «y tú más», y del «yo lo hubiera hecho».

Mientras tanto, actuemos con sensatez. Es momento de velar por los que más lo necesitan y de prever todo lo posible cómo podremos sacar el máximo provecho a la nueva realidad. Abordemos con valentía la vida que nos viene, que nos ha venido ya, de súbito y sin manual de instrucciones. Seamos ambiciosos con esta vida, una nueva realidad que de momento no será normal.