Qué menos que un poco de coordinación. A la oposición política se nos ha reclamado responsabilidad de Estado y fidelidad durante este momento tan complicado en el que el Gobierno de España y las demás administraciones públicas estamos tomando decisiones de calado histórico. Sin embargo, dicha responsabilidad pasa en ocasiones por alzar la voz, denunciar las malas praxis e intentar cambiar la situación. No seré yo, ni mucho menos, ventajista. No voy a criticar una situación sobrevenida ni una decisión errónea. Evidentemente que todos podemos caer en errores y rectificar. Evidentemente que el Gobierno de España y la Generalitat Valenciana están tomando decisiones con el objetivo de salvar el mayor número de vidas. Ser responsable es aceptar eso. Claro que sí. Pero hay otros parámetros de su comportamiento que no podemos aceptar porque de lo contrario no seríamos fieles a quien debemos serlo, que es la ciudadanía. ¿Alguien entiende qué ha pasado para que la Comunitat Valenciana o como mínimo la provincia de Valencia no entrara en la Fase 1 el 11 de mayo? ¿Son conocedores aquellos que tomaron la decisión del desbarajuste y el enorme quebradero de cabeza que ha supuesto su decisión, por ejemplo, entre la hostelería y el pequeño comercio? Sectores apaleados por esta crisis que se habían situado el lunes 11 de mayo como un día para empezar a sacar la cabeza. Adaptándose a las mil particularidades de la Fase 1, por supuesto. Pero que al menos, iban a empezar a respirar. No hay nada más fuerte entre los valencianos y valencianas que su capacidad para resistir, que su ansia por confiar y tener esperanza. Pues nada. Nuevo palo para el sector de la hostelería, para el pequeño comercio y para la ciudadanía en general. Una nueva pregunta que quiere ser una crítica constructiva: ¿Era necesario esperar al viernes por la noche para tomar dicha decisión? Muchos trabajadores habían empezado a preparar sus locales, llenar neveras con material, contratar a gente. Inversiones que se echan al retrete por la falta de planificación y la deficiente comunicación. Argumentos médicos, correcto. Buenas intenciones, correcto. Pero una gestión nefasta.

En las administraciones locales (que, no lo olvidemos, somos los que tenemos contacto diario con la ciudadanía) no tenemos información alguna. Nos enteramos de las decisiones a través de los medios y nos vemos con la obligación de pedir responsabilidad a la ciudadanía, a veces, sin saber las razones de las decisiones. Y tampoco lo olvidemos, estamos pidiendo uno de los mayores sacrificios que se pedirán a nuestra generación. Nadie recuerda nada parecido desde la guerra.

Dicen que en las guerras la primera víctima es la verdad. En momentos dramáticos como los actuales tendríamos que asegurar que la ciudadanía recibe, de manos de las autoridades públicas, la mayor información. La argumentación, las razones. Porque de lo contrario corre la desinformación interesada que polariza y enfrenta a la sociedad.

Podemos ser responsables en la oposición. Podemos confiar y dejar margen a los gobiernos para que tomen decisiones. Pero no podemos callar y no ofrecer nuestra experiencia en la gestión y nuestros conocimientos en momentos difíciles. Es también responsabilidad de Estado que el Gobierno consulte con el principal partido de la oposición y que las decisiones se tomen después de ser consensuadas. También debe existir dicha fluidez comunicativa con las administraciones inferiores. Lealtad. En una y otra dirección. Seamos serios, por favor. Que la ciudadanía lo merece.