Podría pensarse que el invierno es una época de letargo y de silencio. Sin embargo, es el momento en el que la naturaleza se prepara para el resto del año. Es la estación en la cual la siembra nutre la tierra, la poda fortalece los árboles y se garantiza una selección natural de aquellos que son capaces de adaptarse a las condiciones más extremas.

Algo tan sencillo como el comportamiento de nuestro entorno bien podemos aplicarlo a la situación actual y pensar que ese sentimiento de rabia que nos deja la crisis hemos de gestionarlo y canalizarlo constructivamente. Nos encontramos ante un paréntesis de tiempo que antes no teníamos y hemos de aprovecharlo para adaptarnos a la nueva situación, mejorar y salir reforzados.

Una de las mayores oportunidades que nos brinda esta pausa en el calendario es la posibilidad de acercar más rápidamente la tecnología a nuestras vidas. Todavía no conocemos los límites en este campo, pero es una realidad que todos los sectores, y muy especialmente en el turismo de reuniones, daremos pasos de gigante gracias a los avances tecnológicos. Un claro ejemplo son los eventos híbridos, aquellos que combinan los asistentes presenciales en la sede, con los que se pueden conectar vía online a través de videoconferencia o streaming. Se da la paradoja de que el avance digital, en contra de lo que podría pensarse, no frena la necesidad del contacto cara a cara, del networking. El concepto «experiencia» es insustituible, pero la existencia de encuentros físicos puede y debe coexistir con una apertura a los formatos digitales, dando la oportunidad de hacer llegar el intercambio de ideas y conocimientos a más participantes en cualquier lugar del mundo.

El crecimiento en recursos debe de ir acompañado siempre por un crecimiento en lo profesional. Incrementemos el talento de las personas. Mejoremos su desempeño y sus capacidades. Aprovechemos para reorientar nuestros equipos hacia los objetivos estratégicos que queremos conseguir. De esta forma nuestro proyecto se asentará en pilares firmes, difíciles de caer ante las adversidades. Parafraseando a Norman Foster, el arquitecto creador del Palacio de Congresos de València, «algunos de los mejores proyectos surgen de las mayores dificultades». Y aunque el COVID-19 nos ha enseñado muchas lecciones y la primera de todas es nuestra vulnerabilidad, la batalla no ha acabado. Rendirse no ha de entrar en nuestro abanico de opciones. Hemos de abrir los ojos y mirar detenidamente más allá, ser creativos, innovadores, sopesar nuestras posibilidades y no detenernos. Sólo de esta forma podremos conseguir algo incluso mejor de lo que ya teníamos.

Otro de los aprendizajes que hemos recibido es que, ante dificultades mayúsculas, la solidaridad se respira en cualquier rincón. Nuestro compromiso social se extiende más allá de los límites físicos de nuestros edificios, traspasa barreras y llega a calar en la sociedad. El empatizar con el prójimo y compartir sentimientos aplaudiendo, ayudando a los más mayores o los que están en primera línea, colaborando con los desprotegidos o reconvirtiendo sedes de reuniones en hospitales y centros para la donación de sangre, nos demuestra que las catástrofes despiertan emociones y nos hacen más humanos.

La esperanza de volver a la normalidad, escenario que anhelamos pero que antes ni siquiera percibíamos, nos ha de poner en marcha. Desconocemos cuánto durará esta situación, pero sabemos que esto pasará y abrazaremos de nuevo a familiares y amigos. Volveremos a escuchar el trasiego bullicioso de los habitantes por las calles, a ver el centro de la ciudad poblado de turistas ávidos de nuestra cultura y las persianas de nuestros negocios levantadas.

No existen remedios infalibles para la lucha contra las enfermedades, pero lo que sí sabemos es que la unión nos hace más fuertes. La colaboración de todos, remando en la misma dirección es fundamental para reactivar nuestra economía, nuestro ánimo y nuestras vidas.

El Palacio de Congresos de València no ha dejado de remar desde que comenzó esta crisis. Nuestra misión de dinamizar la economía local es en estos momentos aún más importante y hacia ella hemos fijado nuestro rumbo. Asimismo, como punto de encuentro de la ciencia y la medicina, nuestra actividad favorecerá sin duda el progreso para luchar contra las pandemias que amenazan la sociedad.

Por eso, estamos convencidos de que la labor que estamos llevando a cabo a través del impulso de nuevos proyectos y la adaptación a un mercado que está por venir nos ayudará a ser mejores. Y cuando esto suceda, nuestro esfuerzo habrá valido la pena.