Los tiempos de crisis son tiempos de oportunidades». Quizá ésta sea una de las frases más pronunciadas en las últimas semanas, precisamente porque está en nuestras manos poder aprovechar las oportunidades que nos ofrecen estos tiempos que, al margen de la propia crisis sanitaria y económica, también han dado paso a una crisis de modelos y de relaciones.

Y es que la Covid-19 ha dejado claras varias cosas. Por una parte, que la globalización conlleva problemas adicionales a los ya conocidos, desde la propia propagación de un virus «analógico» hasta la clara dependencia de las naciones para poder combatir con garantías esta pandemia.

También ha quedado demostrado que un modelo equilibrado de globalización, economía circular y mercado de km 0 mejoraría el músculo nacional frente a cualquier tipo de crisis. Una migración al nuevo modelo del siglo XXI en la que la administración pública tiene un papel fundamental.

Pero si hay algo que ha puesto en evidencia este virus es que el sector público nunca ha apostado seriamente por la innovación, y así lo vemos en sus presupuestos, aunque el sector privado español tampoco ha dado mucho ejemplo en este campo.

Antes del coronavirus, la inversión española en I+D+i estaba por debajo del 1,5% del PIB, pero no cabe duda de que, en los próximos Presupuestos Generales del Estado, ya sea por necesidad o por obligada convicción, el capítulo de I+D+i se verá incrementado sustancialmente. Cualquier partido político que aspire a gobernar destinará un apartado destacado de su programa electoral a la innovación como herramienta fundamental contra las «guerras» de nuestro tiempo.

Ante este panorama empírico, además de una restructuración de las competencias de cada una de las administraciones, debe de haber un cambio de mentalidad en el que el emprendimiento y la innovación actúen como ejes transversales del mismo modo que funciona la transición ecológica.

Es hora de apostar por un presente que necesita mucho de futuro. Es hora de confiar en la innovación y el emprendimiento. Y esa confianza pasa por un cambio en la mentalidad y en la relación de la colaboración público-privada ¿Por qué un Ayuntamiento que no sea de una gran ciudad no puede apostar por una start-up? ¿Cuántas entidades locales tienen un capítulo de innovación? ¿Cómo podemos licitar un servicio innovador o una instalación emprendedora?

En este sentido, la Comunitat Valenciana ha dado un paso importante a través de la Agencia Valenciana de la Innovación al apostar por la implantación de la Compra Pública Innovadora. Pero hoy se hace más necesario que nunca que las administraciones le demos el impulso necesario para que ese cambio de mentalidad se produzca. Porque ya no hay duda de que la innovación y el emprendimiento están íntimamente ligados a al estado del bienestar.

Esta crisis nos ha hecho ver muchas cosas, pero si algo hemos aprendido es que ir un paso por delante es fundamental para afrontar con garantías la lucha contra la Covid-19. Ir un paso por delante significa apostar por estos dos conceptos, por estas dos habilidades, pero apostar de verdad, porque como dice Keynes, «en los momentos de crisis, sólo la imaginación es más importante que el conocimiento».

No hay que echarle mucha imaginación para darnos cuenta de que los Ayuntamientos jugamos un papel fundamental como aceleradores del progreso de la sociedad, una función que defiendo y reivindico y que pasa por una gestión moderna y valiente, que vaya más allá de limpiar las calles y recoger la basura o arreglar aceras y peatonalizar plazas.

Además de la apuesta por la innovación, también debemos darle más oportunidades al emprendimiento. Una gestión eficiente de los fondos públicos también significa buscar e implementar soluciones pioneras que den oportunidades a los jóvenes emprendedores. También es generar el ambiente necesario para que las jóvenes empresas se fijen en el bien común y quieran utilizar todo su potencial para mejorar las ciudades y por ende, la vida de las personas.

Pero para eso debe haber un cambio legislativo que permita que el sector público pueda apostar en serio por la I+D+i sabiendo, sin complejos, que alguna vez se fracasará, pero que cuando se acierte, el beneficio obtenido será tan grande que habremos ganado todos.

Como firme defensor de que las Gacelas (emprendedores) y los Elefantes (administraciones públicas o grandes empresas) pueden bailar juntos, vuelvo a insistir en que debemos cambiar el modelo de la relación público-privada para poder explotar, de una manera más eficiente, la seguridad pública y la velocidad y la valentía privada. Porque si algo nos ha demostrado también esta crisis es que lo público y lo privado no son héroes antagónicos.

Es tiempo de oportunidades, de grandes cambios, de nuevas y profundas sinergias. Sólo de esta manera, habremos aprendido algo de esta experiencia, que nos ha enseñado como nunca lo vulnerables que somos.

Si somos nosotros los que cogemos la bandera del «cuestionárselo todo», de tener como filosofía la mejora constante, quizá entonces, como dice el Nobel de Economía Paul Krugman, «España podría acabar rescatando a Alemania».