E otro día mi amigo Héctor, que es uno de los forestales que se encarga de la vigilancia en las montañas de la Marina Baixa (Alicante), me mandaba unas fotos que me entristecieron mucho. Contaba que en la solana de Bèrnia, que es una de las sierras más queridas por los amantes de la naturaleza de mi provincia, habían aparecido botellas de cerveza, mascarillas, guantes y objetos de distinto tipo tirados por ahí. Qué asco. Inocente de mí, pensé que esta terrible situación que estamos viviendo nos enseñaría a respetar, valorar y concienciarnos más de la importancia que tiene el medio natural. Lo más preocupante es que el panorama está así cuando todavía tenemos restricciones para desplazarnos para hacer senderismo o montañismo. Que esa es otra cuestión que no entiendo, que a los que estamos en fase 1 se nos permita juntarnos para beber con los amigos, pero no disfrutar o hacer deporte en la montaña. Porque la gente que la valora de verdad cumple las normas y no va dejando la basura por ahí. Desgraciadamente, las imágenes de Bèrnia no han sido un caso aislado. En el monte y en las ciudades también estamos viendo estampas muy penosas. ¿De verdad no hemos aprendido nada durante el confinamiento? Ahora no son las toallitas las que atascan las tuberías y acaban en el mar, sino las mascarillas. Todo esto muestra que un importante porcentaje de españoles son analfabetos en lo que respecta a la educación u sensibilización ambiental. Y así vamos mal en un futuro que cada vez se ve más negro, con el cambio climático, la deforestación, la contaminación, la guerra del agua o las plagas al acecho. Todavía estamos a tiempo, pero la verdad es que viendo lo que he visto estos días, cada vez es más difícil ser optimista.