La crisis del COVID-19 está afectando de una forma muy intensa a la sociedad en todas las regiones en la que opera Telefónica. Pero si algo ha puesto de manifiesto esta crisis sanitaria, es la importancia de las comunicaciones en nuestra sociedad y la capacidad de nuestras redes. Nuestra misión de «hacer nuestro mundo más humano conectando la vida de las personas» está ahora más presente que nunca en una situación en la que las redes se han convertido en esenciales.

Hemos registrado incrementos históricos del tráfico de voz y datos, en marzo el tráfico que circuló por nuestra red alcanzó el volumen que esperábamos para todo el año 2020. Y afortunadamente las redes han respondido, han demostrado su robustez y fiabilidad ante picos de tráfico sin precedentes, en un contexto en el que la conectividad y digitalización de las estructuras sanitarias, económicas y sociales han sido críticas. Un confinamiento sin el acceso a los servicios que nos han permitido las telecomunicaciones hubiera sido muy diferente.

Hace años tuvimos la visión, o la fortuna, de entender que una buena infraestructura de fibra óptica hasta el hogar ayudaría a situar a España en una mejor posición para abordar la revolución tecnológica y estos días tan desafiantes nos han servido para comprobar que la decisión que tomamos en su día de invertir en fibra óptica fue un gran acierto. Es una satisfacción muy grande para Telefónica y para nuestro sector en general, contribuir de la forma que sabemos a hacer esta situación más llevadera.

Hemos construido la red de fibra hasta el hogar más extensa de Europa. España cuenta con un alto porcentaje de cobertura, tenemos fibra óptica en todas las poblaciones de más de 10.000 habitantes, y en muchas más pequeñas. Y el despliegue continúa donde ahora prestamos servicios de conectividad fija con tecnologías como el ADSL, y por supuesto 4G, cuya cobertura alcanza en España el 98% de la población y que soporta conexiones de banda ancha de alta velocidad.

España se ha convertido así en líder europeo en despliegue de fibra óptica, cuando hace tan solo una década ocupaba la decimotercera posición, con una red más extensa que las de Alemania, Francia, Reino Unido e Italia juntas. España suma 10,2 millones de hogares pasados con fibra, mientras que los otros cuatro países suman 10 millones.

Sin haber realizado esas inversiones en nuestras redes, hoy no hubiéramos podido comunicarnos con los enfermos en hospitales o con las personas mayores confinadas en residencias. Tampoco conectar rápidamente hospitales de campaña con sus centros sanitarios para tener acceso informático a los historiales médicos.

Durante esta situación de emergencia social nuestra prioridad siempre han sido las personas, protegiendo la salud de nuestros equipos, con el 95% de los empleados teletrabajando y también estando al lado de nuestros clientes, atendiéndoles en nuestras tiendas o en sus domicilios para garantizar la conectividad de las personas, los negocios y las administraciones públicas.

En este sentido, Telefónica se ha volcado también en ayudar a la sociedad a paliar los efectos del COVID-19 trabajando en estrecha colaboración con las Administraciones Públicas, las instituciones sanitarias y los agentes sociales, poniendo a su disposición nuestros servicios y capacidades para ayudar a contribuir a contener el brote.

Pero más allá de estos momentos de crisis sanitaria que afortunadamente ya estamos empezando a superar, la digitalización es una realidad y ha venido para quedarse. Y ahora veremos cómo se va desplazando desde los hogares hacia el mundo de la empresa. No hay sector o actividad del ser humano que no se haya visto afectado o vaya a verse cambiado, alterado o modificado por lo que está ocurriendo.

La conectividad es importante, pero no alcanzaremos un escenario de digitalización si no transformamos la cultura y la metodología de las empresas y de las administraciones.

El uso que se hace de los servicios digitales es el verdadero factor diferencial entre las empresas que aprovechan la tecnología o las que simplemente la usan. Y ese es nuestro objetivo, convencer y demostrar a empresas y administraciones de esas capacidades, unas capacidades que se han puesto de manifiesto durante esta crisis.

En Telefónica hemos empezado a trabajar ya en el Día Después, en un plan retorno, con la convicción de que esta situación también nos aporta enseñanzas, que no será un volver simplemente a la normalidad de antes.

Esta crisis va a acelerar la digitalización de la sociedad de una forma irreversible. No tenemos una vida analógica y otra digital, ambas son la misma vida y lo hemos comprobado estas semanas. De esta situación tenemos que salir mejor, y, por lo tanto, más que un volver es un comenzar de nuevo. El mundo está cambiando y no volverá a ser como antes. Telefónica se adaptará a él y tendrá un papel clave igual que siempre lo ha hecho a lo largo de sus 96 años de historia.