Rubalcaba me dijo: "le he prohibido a la Policía que me sigan trayendo argumentos insostenibles para ilegalizar a Bildu. Lo importante es que gobiernen, que administren y sean juzgados por ello". Pues en eso estamos. Los herederos de Batasuna fueron filoterroristas hasta el último minuto, obligados a reinventarse con el bautismo sin fuego, el dramático abandono de las armas que sustentaban su doctrina. Llevan ventaja por tanto en empezar desde cero, a una sociedad obligada al mismo ejercicio con motivo de la pandemia. Hoy nadie es más que nadie, un mensaje cristiano y por tanto revolucionario.
Bildu como inductor de la derogación "íntegra" de la reforma laboral de Rajoy ha desnudado las resistencias a empezar desde cero. De Vox a CCOO, ejercen de avalistas del triste penúltimo presidente del Gobierno. No siempre con el patetismo de la socialista Adriana Lastra, negando un texto que ha suscrito. Como dijo Bono a raíz del 11M, mal están las cosas cuando los proetarras merecen más crédito que los líderes del partido en el poder.
Hasta el Financial Times admite que la pandemia potencia una economía socializada, si no comunista. Al repartir a la población en niños, pensionistas, parados, funcionarios y trabajadores privados, los peor pagados son los últimos a excepción de algún sector de la infancia. La ficción de que unos pocos millones de personas sustenten con sueldos demediados a la inmensa mayoría, no funciona ni como una broma. Incluso el ultraconservador Boris Johnson aprendió la lección de la crisis financiera, y apuntala los sueldos hasta tres mil euros para no disecar la economía. Quienes acabaron con Rajoy por razones higiénicas, no encontrarán ninguna para mantener su reforma esclavista. Descartar la derogación "íntegra" por su extraño origen, equivale a anular el descubrimiento de la penicilina porque fue el fruto de un accidente. Por no hablar de que los independentistas de Artur Mas votaron aquella iniciativa del PP, sin que ningún españolista se rasgara las vestiduras.
