Al finalizar la Segunda Guerra Mundial el Partido Laborista británico liderado por Clement Attlee ganó ampliamente, y contra todo pronóstico, las elecciones de 1945 en el Reino Unido frente al Partido Conservador liderado por el gran estratega Sir Winston Churchill. Attlee y su ministro de salud Aneurin Bevan pusieron en marcha un intenso programa de reformas sociales y crearon el famoso NHS (National Health Service). Cuando en Octubre de 1951 Churchill ganó las elecciones mantuvo muchos de estos avances sociales. La relación entre estos gigantes de la política británica es apasionante y se podría resumir con las palabras que les dedica Andrew Rawnsley en la reseña publicada en The Guardian (13/10/2019) del libro de Leo McKinstry «Attlee and Churchill: Allies in War, Adversaries in Peace»: En la guerra y en la paz, ambos tenían la capacidad de levantar los ojos por encima de las pequeñas disputas de partidismo venenoso y fijar su mirada en el amplio horizonte al servicio del interés nacional.

Tanto a nivel europeo como del Estado Español o de las comunidades autónomas se están poniendo en marcha comisiones parlamentarias de reconstrucción. La situación de emergencia sanitaria, social y económica creada por la crisis del coronavirus las hace absolutamente necesarias. Se habla de alcanzar paulatinamente una «nueva normalidad», oxímoron con cierta cualidad talismánica como acertadamente señalaba la catedrática de Lingüística Beatriz Gallardo Paúls. Para ello va a hacer falta una enorme capacidad de entendimiento y vislumbrar, con generosidad, el amplio horizonte del interés común. No va a ser fácil y por eso se ha querido recuperar de la memoria reciente acuerdos amplios, como los Pactos de la Moncloa, que jugaron un papel crucial para dejar atrás muchas de las injusticias que la dictadura de Franco había convertido en endémicas. Para salir de la profunda crisis económica, política y social en la que se encontraba nuestro país en 1977 fue necesario que los parlamentarios elegidos democráticamente alcanzaran amplios acuerdos en todas estas materias.

Para la reconstrucción va a ser necesario olvidar las disputas del partidismo venenoso, establecer una agenda con prioridades ampliamente demandadas por la sociedad y llegar a esos acuerdos. Estos días, el profesor y senador Javier de Lucas nos recordaba en las redes sociales el discurso del que también llegó a ser primer ministro francés, Pierre Mendès France, Gouverner c'est choisir: «Gobernar significa reducir aquí, aumentar allá, en una palabra priorizar». La nueva normalidad debe estar focalizada en recuperar el bienestar de las personas mediante inversiones en los servicios públicos esenciales (sanidad, educación, cultura, renta básica y vivienda), de forma que estén garantizados. Es fundamental, asimismo, que la recuperación económica se produzca en el marco de un nuevo paradigma de respeto al medio ambiente y con medidas eficaces contra el cambio climático. La ciencia y la investigación deben ser objetivos fundamentales que nos permitan avanzar como sociedad y estar más atentos y más preparados ante posibles eventualidades, vengan estas en forma de pandemias, de desastres naturales o como consecuencia de la emergencia climática en la que vivimos. Una sociedad más sabia y preparada afrontaría esas eventuales situaciones con mayores posibilidades de evitar las devastadoras consecuencias que estamos presenciando con la crisis del coronavirus.

Entre las prioridades habrá que trabajar muy seriamente para eliminar desigualdades. Hemos de conseguir aplanar también otra curva, la de las desigualdades sociales que se han exacerbado en los últimos tres decenios, como resultado de las políticas neoliberales aplicadas tanto por gobiernos de derechas, como por gobiernos nominalmente de izquierdas. Habrá que hacer caso a propuestas como las que ha lanzado Thomas Piketty junto con otros economistas y pensadores: «democratizar la empresa, desmercantilizar el trabajo y dejar de tratar a los seres humanos como recursos para focalizarnos colectivamente en una vida sostenible en nuestro planeta».

La política actual está instalada en un ambiente de crispación que hay que que dejar de lado. Es evidente que haber vivido en los últimos años en constante campaña electoral no ha ayudado. Algunos líderes mantienen la irresponsable actitud de buscar rédito político partidista en una situación de emergencia, en la que la suerte del Gobierno es la suerte de todos. Es un error. La virtud del respeto mutuo y la búsqueda del interés general propia de Attlee y Churchill no abunda hoy entre los líderes políticos de nuestro entorno. Debería asumirse con urgencia y hacer como Shakespeare recomendaba en Hamlet: Assume a virtue, if you have it not (o sea, asume una virtud si no la tienes).