Hacía muchos años que la humanidad no había sido consciente de su propia fragilidad, que no había temido por su propia supervivencia. También hace muchos años que se viene advirtiendo que la supervivencia de la vida en el planeta está en juego y que por primera vez era un agente interno, el ser humano, el que estaba provocando este dramático fin. Durante este tiempo, muchas personas han estado pensando, mejor dicho, actuando, como si la acuñada «sexta extinción masiva de la biodiversidad» no fuera a afectarles.

Ahora parece que todos estamos de acuerdo en que nos encontramos en un punto de inflexión que va a cambiar nuestras vidas para siempre. Por esa razón, ahora es el momento en el que esta certeza sobre nuestra influencia en el futuro colectivo cobra fuerza como motivadora de un cambio que tiene como fin nuestra propia existencia. La novedad e importancia es que ahora sabemos que este cambio tiene que ser global y que implica un compromiso de cada uno de nosotros con la conservación de la biodiversidad del planeta. Ahora sabemos que nuestra salud depende directamente de la salud de la naturaleza.

Hoy me presento como presidente del Grupo Rain Forest, aun en esta difícil situación, con el optimismo de una persona que, en cierto modo, está cumpliendo un sueño. Un sueño que comenzó cuando de niño de la mano de mi abuelo descubrí el amor por los animales y por la inmensa belleza de la naturaleza salvaje. Una naturaleza que estaba desapareciendo y que llamaba a gritos pasar a la acción. Compartiendo el objetivo de diferentes instituciones y organismos que, desde hace décadas, se han movilizado y actuado en diferentes ámbitos para denunciar el deterioro del medioambiente, mi idea era otra. En mi caso, pasados los 40, entendí que este sueño se podía hacer tangible acercando y conectando a la gente de las ciudades la belleza de esa naturaleza salvaje amenazada, para conmover, para llegar al corazón de cada persona, para generar el deseo de protegerla y provocar un cambio de actitud en la sociedad. Así nació el concepto Bioparc, un «parque de vida» donde, a través de la contemplación de la belleza, pretendemos inspirar el amor por ella y su conservación. Y de esa visión nació una nueva categoría de producto, el «ocio con causa», que integra disfrute individual con compromiso colectivo.

Pero lo difícil era cómo y, en nuestro caso, ha sido a través de una Pyme de capital completamente español. Una Pyme que, desde la humildad, ha hecho posible crear en Valencia un centro de referencia no sólo para contemplar hábitats y especies en peligro de desaparecer, sino también para impulsar su preservación tanto exsitu como insitu a través de la Fundación Bioparc y para concienciar en valores conservacionistas.

En este momento es importante y urgente que nos hagamos conscientes de la necesidad de implicar e integrar tres agentes para superar esta crisis: lo público, lo privado y la ciudadanía. En este momento tan complicado para todos sólo podemos unirnos. Nosotros nos sentimos orgullosos de lo que hemos hecho hasta ahora, pero todavía más de lo que podemos hacer a partir de ahora. Estas semanas están siendo duras, muy duras, y hemos asumido la responsabilidad de seguir trabajado cada día para garantizar el bienestar de los animales que cuidamos y para mantener el parque en óptimas condiciones. Nuestro equipo humano sigue al pie del cañón incorporando, además, todas las medidas de seguridad para su salud. Y lo mejor que nos ha pasado es que hemos tenido la grandísima alegría de un baby boom con nacimientos muy importantes de especies en peligro crítico de extinción.

En esta nueva situación, tenemos que unirnos porque sabemos que los problemas son globales, pero los sufrimos localmente, cada uno desde su particularidad. Y tenemos que unirnos porque la solución sólo puede ser global pero, igualmente, debe de partir de lo local, de las personas, de las empresas, de las administraciones. Para los conservacionistas es un modelo ya conocido porque los problemas ambientales hace mucho que son globales pero el verdadero cambio sólo se dará desde el cambio de actitud de cada uno.

En ese sentido me gustaría recordar que Bioparc es patrimonio de todos los valencianos y que es un buen ejemplo de cómo deberíamos integrar esos tres agentes citados, especialmente por la singularidad de un centro donde el objetivo principal es la educación y concienciación de la sociedad. Lo privado porque nosotros como empresarios hemos arriesgado nuestro capital, diseñando, construyendo y ahora cuidando y gestionando en régimen de concesión, asumiendo el deber de ofrecer un servicio público de máxima calidad; lo público por el valor social del proyecto y la responsabilidad de conservar el patrimonio de la ciudad; y la ciudadanía porque, además de disfrutarlo, debe comprometerse como actor imprescindible en su sostenibilidad.

En esta nueva etapa que comienza para todos, para dar solución a los problemas suscitados se va a requerir de la intervención coordinada y comprometida de estos tres agentes. Y solo si cada uno en la medida de sus posibilidades, capacidades y responsabilidades se compromete, seremos capaces de salir de esta crisis con la oportunidad de disponer un futuro mejor para todos. Y ser dinamizadores de esa integración va a ser uno de nuestros ejes estratégicos postcovid-19.

Para terminar, tengo que decir con orgullo que Bioparc está realmente precioso esta primavera, a la espera de poder recibir visitantes para disfrutarlo y de seguir siendo esta plataforma de encuentro ciudadano, de reencuentro de las familias, que permita conectar a las personas con la belleza de la naturaleza que debemos proteger. Porque, ahora sí, nuestro futuro depende de ello.