Ciertas expresiones no se olvidan y, aun con ligeras variaciones verbales, se arrojan a la cara del adversario político en momentos de máxima tensión. Del famoso «váyase señor González» de José Mª Aznar llega el «márchese señor Marlaska» de hasta siete diputados del PP, Vox y Ciudadanos. El negro vestuario de nuestras señorías por el tan reclamado luto oficial no rebajó en absoluto la inquina hacia el enemigo. En lugar de preguntarse por el baile de los datos sobre los fallecidos estos meses, la oposición hablaba de honor, humillación y vergüenza por el cese del coronel Pérez de los Cobos.

Sonrojo es lo que da el informe sobre el 8-M elaborado por la Guardia Civil a petición de la jueza Rodríguez-Medel que ha llevado a la imputación del delegado del Gobierno en Madrid por no prohibir la manifestación. Como breve compendio de manipulación, se tergiversan declaraciones, se recogen frases oficiales descontextualizadas y se omiten las partes que desmontan la argumentación, apoyada en noticias falsas publicadas en medios no precisamente conocidos por su prestigio periodístico y desmentidos hace semanas. Incluso se afirma que la OMS declaró la pandemia el 30 de enero en vez del 11 de marzo.

Los expertos rastreadores de bulos, cazados en su propósito de colaborar activamente en la desestabilización del Gobierno. Desde luego que esas páginas constituyen una mancha muy oscura en la credibilidad de una institución cuya labor queda en entredicho y siembra la sospecha sobre las investigaciones de otros casos de índole política. Sin embargo, el debate nacional no está en el descarado sesgo de ese informe que no superaría cualquier revisión mínimamente profesional. El escándalo es el cese de los responsables, cargos de (poca) confianza, y el problema de Interior está en no poder reconocer que éste es un motivo más que suficiente para destituir a cualquiera.

El documento circula en los móviles de quienes quieren comprobar con sus propios ojos que es cierto lo que cuentan algunos diarios, que no es otra mentira más. Nos preguntamos cómo contaría tan delicado asunto el «comisario político» Carlos Franganillo en TVE. Así le llamó un representante de Vox en la Comisión Mixta de Control de la Corporación en el Senado del martes, donde también se oyó un «váyase señora Mateo». El revival de este imperativo debe ser una de las consignas de la derecha.

En el Telediario-2 la información sobre los movimientos en la cúpula de la Benemérita abre el informativo tras el duelo por las víctimas, pero nada de ver el «polémico» informe con subrayados amarillos. Fuentes reservadas de la Guardia Civil dicen, otras del Ministerio de Interior niegan, la Abogacía del Estado acusa a la jueza de iniciar una causa general contra el Gobierno, las peticiones de dimisión en el Congreso y cómo no, la salida de tono de Cayetana Álvarez de Toledo, marquesa de Casa Fuerte.

¿Es omitido el detalle sobre la manipulación de esa investigación para evitar otra andanada de críticas a TVE desde los partidos de la oposición? Los ataques habrían existido, seguro. Hasta de la forma del lazo negro en pantalla se han quejado porque les parece propaganda. Pero obviarlo deja fuera de juego a miles de ciudadanos que se informan por televisión y se quedarán sin saber que los rastreadores de bulos van a acabar en algún que otro artículo académico tipificados como fuente de desinformación sobre la covid-19.