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El arte de comunicar

Enfermos de ego

Pedro Sánchez, Pablo Casado, Pablo Iglesias, Santiago Abascal, Gabriel Rufián, Quim Torra, Teodoro García Egea están enfermos. Enfermos de ego. Un ego que nos haría gracia observar si no fuera porque su ego nos puede conducir a una crisis social, económica que no nos merecemos. Un ego que les impide aportar lo mejor de sí mismos, de sus equipos, les impide reunir a lo mejor de España. Un ego que les imposibilita conversar, ponerse de acuerdo, trabajar. Y nosotros vamos a pagar su ego. El ego es una "enfermedad" transversal. No entiende de edad, clase social, hábitat, ocupación, ideología o cualquier otra variable sociodemográfica. El ego es una enfermedad imperdonable en quien tiene la misión de servir a la ciudadanía, para eso fue creada la política.

Tener ego es lo contrario de tener humildad, una virtud que se les resiste. Sufrimos resignadamente sus egos a través de sus palabras. Son las palabras de esos políticos el producto, el material que nos entregan a los ciudadanos. Palabras que están llenas de latiguillos egocéntricos que expresan su preocupación por aparentar, por demostrar, que no por llevar a cabo una misión, por defender unos valores que en este caso deberían ser indiscutibles, universales. Esa ansia por aparentar es lo que Stephen Covey denomina tener ética de la personalidad (lo que queremos representar), que no ética del carácter (lo que somos, nuestros valores)

Esos políticos buscan desenfrenadamente una cámara, un micrófono que les permita meterse en nuestra casa para ofrecernos su visión a la que nos invitan a sumarnos sin pensar en nosotros. Se trata de una extraña forma de convencer que nunca funcionó.

Enfermos de ego, todos ellos están muy enfermos de ego y no van al médico a que les diagnostique y en su caso, les cure. Ellos se ven sanos, aunque los demás los veamos muy enfermos. Tengan cuidado porque este virus - el del ego- tiene pinta de que les va a durar mucho y nos va a hacer mucho daño.

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