Si hay una palabra que define la situación por la que está pasando el turismo en esta desescalada es la de una completa incertidumbre. Nada más descriptivo que escribir que vivimos desde hace semanas en una eterna montaña rusa que nos lleva del optimismo al más oscuro pesimismo casi en cuestión de horas dentro de un mismo día.

Pero de lo que estamos seguros es de que el sector está viviendo el momento más crítico de sus sesenta años de historia. El turismo nació como industria en los años 60, con el despegue de la aviación comercial y ambas ramas productivas, con tantos puntos en común y tan intrínsecamente ligadas en evolución pasan en estos días por la situación más crucial en la que se juegan su futuro.

En esta evolución, el turismo ha pasado de ser un elemento de lujo, sólo al alcance de unos pocos privilegiados, a ser un componente básico en la cesta de la compra del consumidor español y europeo. Y esta cualidad de experiencia casi imprescindible va a ser la clave para la recuperación post Covid19 si sabemos manejarla con inteligencia.

España es nº1 mundial en materia turística y en pocos ámbitos podemos presumir de algo así. Es el país de Europa en el que el turismo tiene más peso en su PIB. Pero esto en sí no es ni bueno ni malo. Simplemente es un dato, como el peso del automóvil en el PIB alemán. Pero sí es necesario resaltar que, a pesar de otros mensajes que han podido deslizarse, lo cierto es que el turismo es una actividad de mucho valor. Y no sólo económico sino también de carácter social. Fue nuestra conexión a la modernidad, a los vientos europeos de democracia cuando España todavía vivía en una dictadura y permitió un progreso que no se hubiera dado de otra manera. Ha sido el soporte de una economía familiar, y nacional durante los diez años de la crisis que afectó al país desde el año 2008. Aporta un 60% de empleo femenino y proporciona trabajo, cotización y estabilidad a muchas personas que en otro caso estarían en serio riesgo de exclusión social.

Y además es que todos estos trabajadores del turismo son necesarios. Porque todos nosotros somos personas y todos queremos viajar. Y queremos atender y cuidar a nuestros turistas como nos gusta que nos cuiden a nosotros. Porque, en realidad, lo que ocurre es que nos hemos defendido poco como sector y hemos dejado que nos maltraten demasiadas veces en demasiados sitios.

Vivíamos cómodamente instalados en la cresta de una ola en la que surfeábamos con éxito desde hace unos cuatro años, y de repente nos hemos pegado, sin ser culpables, un tortazo que no esperábamos. Hemos estado y continuamos estamos en serio riesgo de venirnos abajo y si se hunde el turismo se hunde la economía española. Y no por ello tenemos que cambiar de modelo, sino debemos trabajar para su recuperación como otros países hacen con otros sectores.

Y todavía no vemos la recuperación en el corto ni en el medio plazo pero es ahora cuando la industria turística necesita de ese plan especial de protección, al menos de seis meses adicionales, para permitir entrar en estado de hibernación hasta que los mercados se hayan normalizado. Ahora mismo no hay que pensar en salvar la temporada, sino en salvar al sector.

En las empresas turísticas, nos asusta mucho más la crisis sanitaria que la crisis económica. Hemos transitado por crisis económicas muy graves con cierto éxito y confiamos mucho en nuestro producto, en nuestras empresas y en nuestro saber hacer. Por eso, la crisis económica que se avecina, que casi ya está aquí, nos preocupa, pero no nos da miedo.

Nos da miedo el virus, porque pensamos que el turismo y el Covid19 tienen una convivencia muy difícil. Por ello, en los últimos días las mejores noticias para el turismo no vienen de las apariciones del Gobierno. Las mejores noticias vienen del ámbito científico, ese que adelanta la llegada de la vacuna, o que pone coto al virus haciendo su supervivencia como algo imposible en los próximos meses. Esas son las verdaderas buenas noticias. Lo demás, las líneas aéreas, la apertura de hoteles o la eliminación de cuarentenas y restricciones no son más que la consecuencia de este control y medidas que deben ser exigibles a cualquier buen gestor público.

Por último, quiero recordar que los turistas no tienen, no tenemos, memoria. Y que un turismo bien protegido y gestionado en esta crisis sobrevivirá y reanudará su actividad con la potencia que ha tenido. Y si lo hacemos bien del todo y la parte científica nos acompaña, podría ocurrir incluso antes de lo previsto.