La presentación del plan de rescate europeo es una excelente noticia para el viejo continente y ha devuelto la sonrisa a los gobiernos del sur. La Comisión Europea ha anunciado el borrador del Marco Financiero Plurianual, ligado a la aprobación del Fondo de Reconstrucción: un programa, llamado de Nueva Generación, que le otorgaría la capacidad de emitir deuda por valor de 750.000 millones de euros, de los que 500.000 millones serían transferencias no reembolsables. La propuesta, que parte de la voluntad francoalemana de comenzar a entregar dinero a fondo perdido, hace que los países del sur, más afectados por el coronavirus, nos frotemos las manos: 75.000 millones de subsidios para España (6,2% del PIB), 82.000 para Italia, 16.000 para Portugal y 22.000 para Grecia. Además, otros 250.000 millones en préstamos a repartir, de los que el 60% iría destinado a Italia y España.

Aunque se trata de un borrador, y todavía está por ver hasta qué punto la aceptarán los países frugales (Holanda, Austria, Suecia y Dinamarca), la noticia es muy positiva y cuenta con el beneplácito de Alemania. Para nuestro país, resulta especialmente gratificante en la semana en que se cumplen casi 400 años de la victoria en Breda de los tercios españoles, capitaneados por Spínola, frente a las fuerzas de las Provincias Unidas de los Países Bajos. Después de la prolongada controversia y de las lecciones sobre la indisciplina fiscal de nuestros gobiernos en los momentos de bonanza, ¿nos encontramos ante una rendición por agotamiento de los Países Bajos y de los miembros que sufragarían el plan?

Sin duda, en el próximo Consejo Europeo reaparecerán discrepancias que obligarán a recortar el borrador de la Comisión y, por tanto, éste debe ser visto como una propuesta de máximos, pero la base del estímulo está ya asentada. A partir de ahora, hasta que el mecanismo vea la luz pasarán meses, dado que se requiere del voto unánime de los jefes de Estado, del Parlamento Europeo y después, de las validaciones de cada uno de los miembros, pero al final nos van a ayudar y encima con generosidad.

Además, el dinero no vendrá rápido; en el mejor de los casos, comenzaría a distribuirse a comienzos del próximo ejercicio. Tampoco fácil, ni a cambio de nada: con seguridad estará sometido a condicionalidad. La mejor prueba de ello es que los desembolsos se extenderán durante 4 años y estarán vinculados a reformas e inversiones: cada gobierno tendrá que justificar cómo se adaptan a los objetivos fijados (transición ecológica y digital, etc.).

Al igual que con la victoria de Felipe IV en 1625, vivimos momentos de celebración ante las expectativas de estímulos que nos ayuden a superar el bache del coronavirus. Lo que no deberíamos olvidar es que lo importante no es ganar la batalla, sino la guerra. Aunque Breda sucumbió, al final perdimos la Guerra de Flandes. Para salir del bache, no basta con la solidaridad. Como Spínola, hay que tener una estrategia clara y definida e invertir pensando en el largo plazo. Nos encontramos ante una nueva gran oportunidad: no la desaprovechemos.