En muchas encuestas sociológicas se pregunta sobre los sentimientos patrios, sentimientos de identidad y pertenencia. Obviamente, también por la intención de voto. En alguna ocasión, se piden información a los encuestados sobre qué partido o representante político defiende más y mejor los intereses de un territorio en concreto. Depende el medio o la empresa de análisis sociológico, las respuestas no son coincidentes y son dispares. Eso sí, para el caso de este territorio siempre suele leerse una coincidencia. La necesidad de un partido de carácter autonómico con poder político suficiente para representar al territorio en las instituciones generales del Estado. Y a partir de aquí caben muchas preguntas. ¿Es Compromís ese partido?

En una de las últimas intervenciones del presidente Sánchez, él mismo, Sánchez, ha espetado al diputado de Compromís, Joan Baldoví, que el Partido Socialista era quizás el más emblemático para levantar esa bandera de la mejor representatividad del poder político valenciano en Madrid, ya que había sido el partido más votado en el territorio valenciano. Estaba enfadado Sánchez. Quizás el calor del debate político o un rechine de dientes por la negativa de Compromís a votar a favor de alargar la situación de estado de alarma.

No entraré en ese debate, pero sí en las distintas formas de defender la voluntad mayoritaria de los valencianos, por ejemplo, con la financiación. Todos los partidos políticos, repito, todos, firmaron un manifiesto en las Cortes Valencianas para denunciar el maltrato de los distintos gobiernos centrales para con la Comunitat Valenciana. En primera instancia, todos los partidos también, excepto el PP, se manifestaron en Valencia, en un acto multitudinario que aglutinó a toda la sociedad valenciana. ¿Y a partir de ahí qué ha sucedido? Periodistas de todas las líneas editoriales han visto y analizado en punto de actuación política actual. Dónde nos encontramos. Y quién sigue «forzando la máquina» para que el gobierno central se «caiga del guindo» y deje de engañar y tomar el pelo a todas y todos los valencianos. Muchísimos menos euros por habitante para cada uno de nosotros para invertir en sanidad, en educación, servicios sociales y tantas carencias que tenemos ahora mismo. Esto no puede seguir así. ¡Basta ya! Esos que entonan la palabra «igualdad» y tanto «España, España, España», y lo repiten cien veces. Esos partidos que solo hablan de ciudadanía y no quieren hablar de territorios. Está muy bien, pero recuerden, en los territorios habitan personas, con sus necesidades, con sus aspiraciones y que no son más ni menos que los ciudadanos asturianos, cántabros o gallegos. Menos banderas y menos señas de identidad, y más pensar en un espacio administrativo y político, una red que hemos creado todos, pero una red común que nada tiene que ver con la uniformidad de pensamiento y sí debería ser de derechos. Porque o apostamos por una España diversa y plural para que sea grande, o no será un proyecto común. O una España con igualdad real de oportunidades para todos o no habrá acomodo para que un valenciano pueda sentirse un español de primera.

Parece que los partidos mayoritarios se han malacostumbrado solo a mirar a aquellos partidos nacionalistas que le han servido para gobernar, pidieran lo que pidieran. Solo si tienes el «botón de la gobernabilidad» eres relevante en Madrid.

Esta tierra lo es de cultura extensa, tradiciones, excelente agricultura, productos artesanos, artistas de todo tipo. Contamos también con las mejores universidades y gente innovadora. Y sí, también excelentes empresarios. Todos cansados de un injusto trato por parte de los gobernantes en la meseta. Muy hartos. Parece que el esfuerzo y la lealtad de los valencianos no se reconoce. Ni nuestra aportación a la riqueza nacional en su conjunto.

Ni nuestra fuerza exportadora, nuestro esfuerzo en silencio, sin estridencias no se tiene en consideración.

Es más efectivo la amenaza de un proceso propio de construcción nacional (como el pulso en Catalunya) para que se atiendan las necesidades ciudadanas. Los que durante años han estado al frente de las responsabilidades de gobierno en nuestra comunidad han demostrado sentirse más del PP o PSOE que valencianos. Porque en ello les iba el sueldo y su futuro político.

Queda claro que si el progreso de una comunidad está relacionado con la influencia que se ejerce en Madrid, de la capacidad de poner en jaque al gobierno central, de ejercer presión, en la Comunitat Valenciana se ha demostrado que los actores políticos de siempre no están por la labor.

Hay que plantearse un cambio radical. Guste o no, así son las reglas del juego.

O nos animamos hacia una plataforma civil potente, que no se mire de reojo por extractos sociales y que aúne el valencianismo con todo lo que ello supone, o no avanzaremos. Miren el ejemplo de Cataluña, los vecinos del norte. ERC, PdeCat, muchas diferencias entre ellos en política social, en sanidad, etc, pero en lo esencial, en defender los intereses de los ciudadanos que viven en Cataluña, se unen, se complementan e intervienen de forma decisiva en el Congreso de los Diputados.

Aquí, no sé. O no nos dejan, o quizás muchos no quieren, porque no nos necesitan.