He vivido toda mi vida en un piso situado en la calle Colón hasta que fallecieron mis padres y me vine a vivir a una casa de campo en Fontanars dels Alforins, donde resido actualmente.

Recuerdo que era una calle espléndida, donde se podía circular con cierta comodidad, pese a los inconvenientes normales que conlleva una gran ciudad como es Valencia. Las aceras eran lo suficientemente anchas como para poder pasear o detenerte ante un escaparate.

Hoy no queda nada de lo que fue la calle más glamurosa y comercial de Valencia. La han convertido en una auténtica caricatura de lo que fue antaño.

Tras la peatonalización de la Plaza del Ayuntamiento, decorada con unas jardineras de hormigón espantosas, el colmo de los colmos cuando Valencia ha sido designada capital mundial del diseño en 2022, todo el tráfico de autobuses que por allí discurría se ha derivado a la calle Colón, dejando un único carril para el tráfico de automóviles. Otro está reservado al aparcamiento de motos y un tercero está habilitado como carril para bicis y patinetes.

Veremos qué ocurre cuando tenga que pasar una ambulancia para recoger o trasladar a un enfermo y a quién habrá que pedir responsabilidades entonces.

Aquí solo se piensa en las bicis y en los patinetes, pero no en las consecuencias de eliminar carriles para coches ni en los conductores que lo tienen que utilizar todos los días para ir al trabajo.

Ya hemos visto una de estas imágenes de una ambulancia tratando de abrirse paso en la avenida Antic Regne de València, donde han suprimido carriles de vehículos para dar preferencia a bicis y patinetes.

A partir de ahora habrá que pensárselo dos veces antes de coger la calle Colón si no queremos caer en una auténtica ratonera, palabra que acompaña a una fotografía que han colgado en las redes sociales donde se ve la actual calle Colón colapsada por el tráfico en un día laborable normal. El caos circulatorio que se va a montar va a ser de órdago porque muchos conductores utilizan esta vía para salir de la ciudad.

En ese absurdo urbanístico andamos. Y Grezzi feliz como una perdiz.