Una vez que empezamos a atisbar el principio del fin de una pandemia que ha cambiado el curso de la historia en 2020, es tiempo de preguntarnos cómo va a afectar a nuestra sociedad la nueva situación impuesta por las circunstancias. La distancia social, el uso de mascarillas o la desinfección de productos cotidianos para evitar el contagio por coronavirus marcan un cambio de paradigma que se extiende, como no podía ser de otra manera, a los hábitos de movilidad de la gente.

Durante las semanas más duras de la pandemia, la libre circulación de las personas ha estado restringida casi en su totalidad, por eso ahora, cuando la necesidad de desplazarse vuelve a reactivarse, empiezan a percibirse las nuevas preferencias de los ciudadanos, las nuevas necesidades, las nuevas tendencias en movilidad.

Según un estudio elaborado por el RACE, el 20% de los conductores que utilizaba el transporte público para ir a trabajar antes de la pandemia, optará ahora por la movilidad privada. En efecto, el miedo al contagio podría beneficiar el uso del vehículo privado. Pero además, con un poder adquisitivo de las familias, en muchas ocasiones, mermado por los estragos de una crisis social derivada de la emergencia sanitaria, el renting se posiciona como una posible solución a las necesidades de movilidad en esta nueva era.

Ya sea para desplazamientos personales o profesionales, el renting es un servicio muy polivalente que ya contaba con una aceptación importante antes de la pandemia, pero muy posiblemente la nueva normalidad acelerará e incrementará su penetración en el mercado. Se trata de un opción que ofrece productos muy flexibles para empresas, pymes, autónomos y particulares. Les permite disponer de un vehículo o de una flota adaptada a las necesidades del momento, sin tener que realizar un importante desembolso inicial, solo una cuota fija mensual que incluye todos los gastos relacionados con el vehículo, desde reparaciones a impuestos, y, además, con la posibilidad de cambiar de vehículo en un plazo corto de tiempo.

Más aún en la era postcovid19, en la que los contratos de alquiler de vehículos se han flexibilizado todavía más y, en muchas ocasiones, incluso se ha reducido la duración de los mismos considerablemente, con periodos, en muchas ocasiones, de apenas un año. En este sentido, una de las fórmulas más interesantes y flexibles que cobran fuerza es la del renting de vehículos usados. En el caso de ALD hemos diseñado un producto de renting de vehículos usados seleccionados, en la que a los seis meses de alquiler el usuario tiene la posibilidad de comprar el vehículo, continuar con el contrato o devolver el coche. Es decir, el conductor utiliza el coche durante medio año, lo prueba, y luego puede acceder a comprarlo, pero además con el reembolso, además, del 50% de las cuotas de renting.

Cada vez son más las fórmulas de renting que van en esta línea, con la posibilidad de adquirir el vehículo pasado un año, o devolverlo, o cambiarlo por otro. También para las empresas, para las que la industria ofrece soluciones en función de las necesidades puntuales de cada proyecto y les permite aumentar o disminuir la flota según los picos de producción en el negocio. Una flexibilidad esencial, más aún en las circunstancias actuales, en las que las pymes pueden elegir el tipo de vehículo y los kilómetros que van a recorrer e, incluso, pueden devolverlo cuando ya no lo necesiten sin penalización por la devolución.

Este abanico de posibilidades que contempla el renting flexible era también, antes de la pandemia, un acicate para impulsar la renovación de la flota de vehículos en circulación y dotar de mayor tecnología al parque de automóviles de nuestro país, con el consiguiente aumento de la seguridad y del compromiso ecológico. Pero con la crisis, el papel del renting en este sentido no solo se ha consolidado, sino que se ha acelerado. En efecto, todos los caminos, los de antes y los de ahora, conducen a la movilidad sostenible. Los usuarios buscan una nueva movilidad que les proporcione una satisfacción plena de sus necesidades de transporte, pero que a la vez contribuya al cuidado medioambiental, al compromiso con la seguridad vial y a la eficiencia en la conducción.

En esta nueva era, la nueva movilidad viene de la mano de los motores híbridos y eléctricos y está ligada, además, a nuevos usos, a nuevos hábitos de transporte: los coches seguirán siendo esenciales, pero las bicicletas, las motos o lo patinetes empiezan a posicionarse, sobre todo en las grandes ciudades, como una forma de entender la nueva movilidad, porque permiten un ahorro importante de costes y de tiempo y se adaptan de forma aún más personal a cada tipo de usuario y a sus necesidades concretas. Los sistemas telemáticos, el big data, los vehículos conectados y las plataformas digitales serán el abc de la movilidad, pues van a facilitar las gestiones y van a agilizar los trámites necesarios y derivados del uso del automóvil. En este contexto, las operadoras de renting partimos ya de una posición de vanguardia como agentes activos de cambio, en evolución continua y adaptadas a los cambios que demanda la sociedad en materia de transporte. En la nueva movilidad el renting tiene mucho que decir.