África es el tercer continente más extenso del mundo tras Asia y América. Contiene 54 estados soberanos fruto de la independencia que lograron de las antiguas potencias europeas en el siglo XX. Emancipación de unos países que se empoderaron al comienzo de la Primera Guerra Mundial. Fruto sobre un imperialismo decadente, que necesitaba los recursos naturales de África (oro, marfil, minerales o fibras textiles). Productos que, tras la emancipación de las colonias, fueron sustituidos por el petróleo, diamantes y la minería. Bienes con alto valor añadido, por ejemplo, los que proporcionan energía a las centrales nucleares.

Las exportaciones de España, según el antiguo Ministerio de Economía, representan sólo el 6% las destinadas a África con la particularidad de que 4 países (Marruecos, Argelia, Sudáfrica y Nigeria) acumulan el 70% de ese porcentaje. Datos y porcentajes de mayor peso se repiten aproximadamente, si nos referimos a la Comunidad Valenciana. Según Jonathan Rosenthal, editor de África en The Ecocomist, el rápido cambio económico y social le facilitará papel notable en los asuntos mundiales.

Históricamente, se ha relacionado el continente africano como generador de enfermedades y muertes. Esta visión, surgida de clichés humanitarios coloniales y misioneros, se ha visto superada por las consecuencias que en gobiernos occidentales se sufren por el brote del Covid-19. Los sistemas neoliberales y con historia neocolonial africana han mostrado su debilidad. A medida que los países africanos empezaron a cancelar vuelos de antiguos países coloniales y poner sus ciudades en cuarentena, el mito de la supremacía occidental se vino abajo. Junto con el corolario de que solo el Sur Global es víctima propicia a las epidemias infecciosas.

Estamos ante un fenómeno histórico sin precedentes y son muchos los que temen por su futuro. Los africanos también. Es posible que tras pasar por un período difícil, esta crisis pueda representar la oportunidad para acelerar el proceso de neodescolonización. Los países africanos pueden verse a ellos mismos de forma diferente. Desempeñar un papel importante en el concierto mundial a la hora de resolver pandemias como el COVID-19. Superada esta crisis del coronavirus, el continente africano tendrá la oportunidad de ser más autónomo y autosuficiente.

Este será el momento para sentar las bases de las reformas económicas que necesitan los países africanos. Volver la mirada hacia la innovación y la fabricación local. Redoblar la apuesta sobre los recursos naturales y su apetencia por el mundo occidental y China. Momento para relanzar los acuerdos del Área de Libre Comercio de África ( AFCFTA). Idea propuesta por líderes panafricanos que soñaron con un continente que prioritariamente comerciaría dentro de sus propias fronteras y no daría prioridad a los países que los clonizaron. En la actualidad, el comercio con Europa representa el 69% del continente, mientras que entre países africanos apenas llega a un 15%. Sin olvidar que la caída del precio del crudo, que supone el 40% de las exportaciones de África, afectará seriamente a las economías mejor dotadas del continente (Argelia, Angola o Nigeria).

Este proceso debería poner fin a la dependencia africana de los préstamos extranjeros para un hipotética ayuda al desarrollo. Para sustituirla por financiación nacional que venga de la mano de un sistema moderno impositivo y mayores exportaciones.

Esta transformación representa un cambio de modelo de relaciones internacionales, donde las embajadas deberán convertirse en centros de creación de sinergias entre los países representados y aquellos ante los que presentan sus credenciales. En el cambio, España tiene una asignatura pendiente en su Servicio Exterior. Ejemplos no únicamente como Francia, sino también como Turquía, Arabia Saudí o China son evidencias reales.

En el proceso surge un nuevo interrogante acerca de cuál es el papel que China está jugando en este continente. Tras casi dos décadas de créditos baratos y muy diversificados del primer mundo, China supera ya al Banco Mundial como mayor prestamista para África. En las dos primeras décadas del siglo XXI, China ha prestado 143 mil millones de dólares al conjunto de países africanos. El doble del Banco Mundial. Y ahí surge el sueño chino de arrolladora potencia expansiva denominada One Belt, One Road ( Una Franja, Una Ruta), la nueva Ruta de la Seda. Por la que pretende superar la pesadilla vivida tras las guerras del Opio del siglo XIX y la humillación causada por las potencias coloniales europeas. España debe estar alerta y contribuir al desarrollo de grandes infraestructuras como las que está financiando China.

África está en proceso de cambio y tiene a su favor, según David Soler, periodista y ayudante de investigación del Navarra Centre for International Development, experiencia en epidemias; una sociedad civil y ONG presentes (ahí España sí lo está). La mayoría de países africanos tomaron medidas de prevención muy pronto para frenar el Covid-19. La población africana es joven, la más joven del mundo. De la que cabe esperar un notable empuje. Por contra, los temas a resolver son: deficientes sistemas sanitarios, alta densidad de población, la carencia de acceso al agua y al saneamiento, la buena gobernanza, transparencia, libertad de prensa€etc. Vivir al día, con trabajos en un empleo informal.