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Economía

La tarea más importante e imponente que tiene planteada nuestro país „y el resto del mundo„ para salir del marasmo en el que nos ha sumido la pandemia de coronavirus es el de reducir en la mayor medida posible la crisis económica gigantesca que nos afecta. Se puede medir ésta de forma sencilla mediante los datos macroeconómicos, con las cifras del PIB o de la actividad industrial, pero la notamos en los bolsillos todos, en particular quienes son víctimas del desempleo vía ERTE o del despido sin más y los que suspiran por ese ingreso mínimo vital que dios sabrá cómo va a poder cobrarse. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico ha situado a España entre los países de todo el planeta que peor parados saldrán de la crisis. Pues bien, con el fin de saber cómo va a arreglárselas el Gobierno para lidiar ese toro de rabo largo un diario madrileño ha publicado una entrevista hecha no al presidente Sánchez, ni a la vicepresidenta de asuntos económicos Calviño, ni a la ministra de Hacienda, ni a la de industria, comercio y turismo, ni siquiera a la de trabajo y economía social sino ¡al ministro de consumo, que justo es el sector que menos se mueve hoy!

El motivo de que sea Alberto Garzón el elegido puede venir de que los demás hayan decidido escurrir con elegancia el bulto. Pero a medida que se lee la entrevista queda claro que no, que lo que sucede es que estamos ante todo un innovador de esa tarea pendiente de revitalizar nuestro país. El ministro sostiene que hay que cambiar del modelo de nuestra economía y reindustrializarla pero en ningún momento dice cómo puede llevarse a cabo semejante objetivo. Lo que sí aclara es que el cambio de modo productivo no lo tiene que hacer el Gobierno sino las empresas.

Habida cuenta de que el señor Garzón se dice comunista, un proyecto así deja claro el alcance de mi ignorancia. Porque lo que yo había sacado en claro de las lecturas relacionadas con lo que vino en llamarse socialismo real era que su sistema económico pasaba por prohibir la propiedad privada de los medios de producción. Pero a la hora de abordar algo tan obvio en los programas comunistas como es el nacionalizar empresas, el ministro Garzón se sale por la tangente cuando el periodista le pregunta por la posible o imposible nacionalización de Nissan. Responde que no ha analizado ese caso específico y, como tampoco indica ningún otro que sí que haya abordado, se limita a hablar de la reindustralización. Para lograr los fondos que necesitará esa nueva industria no se llevará a cabo, según el ministro, una política de ahorro sino que se subirán los impuestos directos. ¿Los de esas empresas que se supone que van a tirar del carro? ¿Los de las grandes fortunas, que saben cómo evitarlos? ¿Los de una clase media ya más que maltrecha? Los próximos presupuestos van a ser todo un alarde de literatura de terror.

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