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Prueba superada

El día 12 de marzo el Gobierno autonómico alertado por la pandemia que iba dejando estragos ya en buena parte del país decidió suspender las clases. Ante la amenazante curva que comenzaría a aumentar, niños, adolescentes y universitarios debían quedarse en casa. Gritos de socorro resonaron en muchas familias que debían trabajar y no veían la manera de conciliar su vida laboral y familiar, tan solo dos días más tarde se decreta el estado de alarma. En esos primeros momentos, los medios de comunicación ocupaban por completo nuestros hogares y comenzamos a tomar conciencia de la gravedad del asunto.

De una semana a la otra, profesores y alumnos debían adaptarse a una nueva realidad, a la realidad virtual, a un escenario para el cual los profesores no estaban preparados profesionalmente y mucho menos emocionalmente. La nueva labor implicaba contar con unos conocimientos importantes en tecnología y a la vez acomodarse al hecho de no poder mantener contacto directo con los alumnos.

En cuestión de días se crean plataformas para trabajar telemáticamente, se escuchan informaciones controvertidas sobre el quehacer de profesores y alumnos, me consta, que al principio, el desaliento llegó a muchos de nuestros hogares. No obstante, bajo la incertidumbre y el desconocimiento de lo que pasaría, los profesores continuaban con paso decidido proponiendo tareas de repaso, y sobre todo enviando decenas de correos con palabras de ánimo , entendiendo perfectamente las dificultades tecnológicas, económicas y sociales que por aquel entonces sufrían muchas de las familias.

Profesores de la vieja escuela, profesores que no eran nativos digitales, también profesores que justo comenzaban su andadura. Todos se "arremangaron" para comprometerse en la nueva misión de repasar y realizar un trabajo de profundización con los alumnos que se encontraban al otro lado de la pantalla. La Consejería de Educación por medio de los equipos directivos elaboraba listados de chicos sin recursos digitales para hacerles llegar una tablet hasta sus casas y de esta manera evitar en lo posible la brecha digital. Comenzaron entonces las videoconferencias y el trato se hacía más cercano; poniéndole ya caras a los alumnos se repasaba, se resolvían dudas, pero sobre todo se acompañaba a los niños y a sus familias. Resulta improbable que una relación pueda estrecharse desde la distancia, pero en este caso sí que pudo lograrse ya que la comprensión y la empatía pasaron a ocupar un primer plano en el quehacer cotidiano.

Profesores vocacionados, "pegados" muchas horas diarias al ordenador para contestar correos de alumnos, de familias, para buscar recursos atractivos, también para dedicar momentos a aquellos alumnos con necesidades educativas. A todo esto, había que añadir las horas dedicadas a reuniones con los compañeros para coordinación, con los equipos directivos para conocer nuevas directrices que recomendaban otras guías de trabajo más eficaces, con los equipos de orientación... se hacía lo imposible para mantener a los niños motivados y que no cayeran en el desánimo.

Desde luego, una prueba más que superada, ya que con los posibles y lógicos errores, todos los alumnos han podido recibir el derecho a la educación durante tres meses en sus propios hogares?un ejercicio sin duda de gran creatividad, generosidad, paciencia y profesionalidad por parte del profesorado, que ha debido reinventarse en cuestión de semanas sin recibir ninguna formación previa.

Sin embargo, hoy se me ocurre también colgar una medalla bien grande a todas las familias. De la noche a la mañana se convierten en ayudantes de profesores haciendo filigranas para compaginar su teletrabajo, en muchos casos, con la supervisión de las tareas de sus pequeños. Dificultad añadida la de compartir los recursos tecnológicos, no era extraño encontrar familias elaborando horarios en casa para que nadie se quedara sin cumplir con sus deberes. Familias involucradas más que nunca en la educación de sus hijos y colaborando con los profes en todo lo que se solicitaba. Familias que, esta vez, utilizaban los whatsapp de forma totalmente constructiva, contribuyendo a que ninguna familia quedara despistada en cuanto a la fecha de entrega de los trabajos o a la hora fijada para la videoconferencia del día. Familias, también, marcando límites y estableciendo normas, que seguramente por la inmediatez de la vida anterior, muchas veces este hecho pasaba algo más desapercibido.

Pero, indiscutiblemente, el mérito y el trofeo principal va para todos los alumnos. Niños desde los 3 años hasta adolescentes que se ven privados de libertad para jugar o salir, pero que, sin embargo, deben seguir estudiando. Doy fe que la respuesta de los chicos ha sido excelente, mostrándose responsables y hasta entusiasmados cada día al abrir su ordenador y encontrar las nuevas tareas propuestas. Organizándose para efectuar los deberes requeridos y desempeñando una tremenda labor de solidaridad con los compañeros que más dificultades presentaban. Entre los niños mayores las videollamadas matutinas para compartir el rato de estudio estaba a la orden del día y no se registraban apenas conflictos o incidencias en las videoconferencias con los diferentes profesores.

En definitiva, este confinamiento ha supuesto un gran reto para nuestras comunidades educativas, donde la solidaridad, la complicidad y el esfuerzo han sido el denominador común en el día a día. Queda pues demostrado que la labor conjunta ha hecho superar todos los obstáculos y de esta manera conseguir acabar el curso con la cabeza bien alta.

Reflexionando ahora sobre la gran capacidad de aceptación y de adaptación mostradas por todas las partes involucradas en el proceso educativo ante una situación a priori tan desfavorable, auguro una escuela más consciente, más preocupada por sus alumnos, unos alumnos más responsables y cooperativos y unas familias con un grado de implicación similar al manifestado durante estos 3 meses. Ciertamente, este confinamiento ha aportado a padres, profesores y alumnos la mayor enseñanza de nuestras vidas y sin lugar a dudas, en este aspecto, merecemos todos aprobado general y con sobresaliente.

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