El pasado lunes Baleares abrió sus fronteras a los turistas alemanes. En un programa piloto han podido aterrizar en la isla varios cientos de turistas para pasar unos días de vacaciones en Mallorca. Ahora si, todo parece volver a la normalidad. El turismo, clave en nuestra región mediterránea, arranca una temporada que, sin embargo, no va a ser muy normal. Pero hay que apoyar al sector. Es clave. Nuestra economía no podrá relanzarse sin el turismo. Somos una potencia mundial y debemos estar orgullosos de ello.

En las entrevistas que hacían a ese grupo de turistas alemanes que llegaban al aeropuerto de Palma de Mallorca, les preguntaban sobre su decisión de viajar a esta isla, desde sus ciudades de destino en Alemania. Y podemos intuir las respuestas: trato, sol, gastronomía, playas. Pero un entrevistado dijo una cosa de enorme interés, para comprender la enorme valoración que el Mediterráneo español tiene en el norte y centro de Europa como destino turístico. «Yo vengo a Mallorca porque no hay nubes». Una afirmación un tanto radical, pero que indica la sensación de hartazgo, de melancolía, que puede causar en una persona la sucesión de días y días con nubes y lluvias en sus ciudades de origen.

La luz, las horas de sol durante el día entre la primavera y el otoño, la escasa presencia de la lluvia en estos meses de verano; en definitiva, lo que siempre se ha denominado «buen tiempo» es un aval esencial de nuestro desarrollo turístico. Resulta evidente que el sector no debe conformarse con que tengamos sol y buenas temperaturas en verano. Y así lo está demostrando desde hace años, con acciones de diversificación, cualificación, tecnificación.

El turismo español puede presumir con orgullo de ser líder mundial en esta actividad económica. Vacaciones sin nubes. Este año las necesitamos.