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Matías Vallés

Al Azar

Matías Vallés

El Gobierno inventa el teleturismo

Tres mil millones al año en renta básica son una inducción a la molicie. Sin embargo, veinte mil millones al empresariado turístico desahogado durante el plan de choque ayer culminado suponen una nimiedad. Como mínimo, algún agraciado debería constatar la actitud responsable de los comunistas de Podemos, favorables a la industria igual que sus socios de la Cuba castrista.

Sánchez, que sabe tanto de turismo como cualquier turista, empezó inventando la variante de proximidad, veranea en tu misma calle. Ayer consolidó la creación del teleturismo, una actividad ficticia a distancia en que los viajeros reales son suplantados por una pirámide de ayudas y créditos. Sin olvidar el temible Observatorio, para cerrar el circuito parasitario.

Así en el turismo como en el automóvil, el Gobierno debería garantizarse la entrada en el accionariado de las empresas en proporción a las cantidades recibidas, al igual que ocurre en los Estados Unidos marxistas antes y después de Trump. Además, la estrategia de orquestar una actividad imaginaria está desencaminada. En lugar de pagar por los turistas que no vendrán, habría que pagar para que vengan. Este programa es menos ruinoso que el riego con miles de millones, y cuenta con precedentes como el cheque de Italia para el turismo interior o la experiencia paralela en Corea del Sur.

El Gobierno no debe sofocar el turismo ausente, sino forzar el compromiso de reanudación de la actividad con los descuentos al consumidor que no llegan. Mal síntoma, cuando las cadenas más respetables ni siquiera admiten reservas para julio. Con la plaga del teletrabajo, Alan Blinder recuerda desde su cátedra de Princeton y su vicepresidencia de la Reserva Federal que los únicos sectores de trabajadores no sustituibles son hoteles, restaurantes, transporte y ocio. Un robot no sabe llevar una taza de café sin derramarlo

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