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El coronavirus no viene de Raticulín

El médico de Urgencias del centro de salud de Formentera que explica la conspiración mundial para cambiarnos el ADN a todos mediante una "vacuna que no es vacuna", que en realidad es un experimento de ingeniería genética, me recuerda a un personaje que se hizo famoso a principios de los noventa, Carlos Jesús, al que tantas risas le debemos. Quién no se desternilló hasta llorar con este elegido de los extraterrestres, con sus aventuras en el planeta Raticulín, y con sus otros yoes, Crístofer y Micael, encargado de las naves espaciales. Con sus relatos demenciales que nadie podía tomar en serio. El discurso del médico de Formentera es tan delirante que podría ser otro personaje de esos lunáticos que sacaba algún programa de televisión para que la audiencia se partiera con cierta crueldad.

Pero en este caso, no hace ninguna gracia que el individuo que está negando la existencia misma de la pandemia que ha matado en este país a más de 27.000 personas, y que dice que "las mascarillas y la distancia social no tienen ningún sentido" sea un médico del servicio público de salud, que atiende a personas que quizás tienen síntomas de coronavirus. El Área de Salud no puede mantener en su puesto ni un día más a un médico que echa por tierra todos los esfuerzos para frenar la pandemia y cuyas teorías locas ponen en grave peligro a las personas.

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