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El tiempo que tenemos por delante

Las antiguas recetas del enfrentamiento, de la toma de decisiones unipersonales y los hiperliderazgos excluyentes han pasado a la historia de la buena gestión

Imaginemos que podemos hacer retroceder el tiempo y regresar al punto de partida de esta complicada y dolorosa etapa que estamos viviendo. Como es preceptivo en los viajes en el tiempo, sabríamos lo que va a ocurrir. Si esto fuera posible, tanto en lo personal, profesional o, en nuestro caso, actividad política ¿habríamos actuado de la misma manera? Me atrevo a decir, y reconozco que no arriesgo mucho, que en algunas cosas sí, y en otras no. Lo que sí es verdad es que nos permitiría buscar alternativas a los errores cometidos, sin tener claro si estas nuevas vías nos conducirían a unos resultados más óptimos.

Pero la realidad es que no podemos viajar en el tiempo. Que la dureza de lo ocurrido y las consecuencias económicas, sociales y, especialmente, el dolor por la pérdida de tantas vidas humanas, es un hecho incontestable.

La provincia de Alicante, según estimaciones del Instituto de Estudios Económicos de Alicante (INECA) realizadas a mediados de mayo, dejaba de generar 30 millones de euros al día en los momentos más duros de la pandemia. Y en el sector laboral, acumula ya desde el 12 de marzo hasta el pasado 14 de junio, 25.809 Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) que afectan a 131.000 trabajadores.

En el plano social, no podemos olvidar que nuestra provincia parte con una desventaja. Si nos fijamos en la última Encuesta de Condiciones de Vida del INE, con datos de 2018, la tasa de pobreza se situaba en la Comunidad Valenciana en el 22,8%. Alicante, con el 25,6% era la peor situada, por detrás del 21,3% de Valencia y el 20,1% de Castellón. Pese a no contar con datos actualizados, es fácil estimar que, ante esta nueva situación, la posición sigue siendo más desfavorable.

Y evidentemente, todos somos conscientes de la cruel crisis sanitaria que vivimos, y que ha causado la pérdida de miles de personas, por qué no decirlo, algunas de ellas, familiares, amigos o vecinos nuestros. Esta es, sin duda, y por encima de cualquier otra, la más terrible consecuencia de esta pandemia.

Ante esta situación, insisto en agradecer a sanitarios, trabajadores de servicios esenciales, Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, voluntarios, y todos aquellos que han mantenido en pie nuestro país con su esfuerzo.

Y también, quiero romper una lanza por, en general, el conjunto de instituciones que han sabido estar a la altura de las circunstancias en unas condiciones de incertidumbre, de variabilidad extrema, de tremenda competencia internacional por hacerse con los recursos mínimos. Y aquí, quiero poner en un plano esencial el extraordinario trabajo de los ayuntamientos: su entrega ha sido ejemplar.

También, y ha estado a la vista de todos, convivimos desde el inicio de la crisis con actitudes oportunistas que poco o nada han ayudado a implementar y gestionar políticas que aliviaran la gravedad del momento y aportaran esperanza en el futuro. Pero ellas solas se han retratado y el tiempo se encargará de poner en su lugar.

Ahora, manteniendo la prudencia, estamos trabajando para normalizar nuestra vida y volver a escalar, pero esta vez, hacia el progreso social y económico de nuestra tierra. A ello van a ayudar mucho las medidas puestas en marcha por el Gobierno de España y la Generalitat Valenciana. Extensión de los ERTE, ayudas a pymes y autónomos, Ingreso Mínimo Vital, ayudas a los sectores más afectados por la crisis. La pasada semana conocimos, que gracias a la financiación ICO puesta en marcha por el Gobierno de España, 16.000 pymes y autónomos de la provincia de Alicante se van a beneficiar de préstamos ICO por valor de 2.400 millones de euros.

Y estas medidas, junto a muchas otras más ¿están funcionando? Para algunas todavía es pronto saberlo con total precisión, pero otras, aquellas que han permitido que trabajadores, que autónomos, que empresas, hayan recibido ingresos de la administración para poder aguantar el tirón, o la que, a través de Ingreso Mínimo Vital, va a permitir dignidad a miles de personas con dificultades, es evidente que sí. Han funcionado, funcionan y van a seguir funcionando.

También la Diputación de Alicante, dentro de sus competencias, limitaciones y complejidades de una estructura pendiente de actualizar y adaptar, ha puesto su grano de arena, en parte por el impulso propositivo y la lealtad institucional de los diputados y diputadas socialistas. De esa iniciativa comprometida con el momento, y los ciudadanos de esta provincia, tienen su germen aportaciones como las ayudas a los autónomos y pymes puestas a disposición de los ayuntamientos. Como dijimos a principios de abril, las prioridades del presupuesto provincial habían cambiado, y por lo tanto, era necesario su modificación ante las nueva coyuntura, por tiempo y oportunidad. Así se hizo en un ambiente de consenso en el seno de la corporación provincial.

Si somos capaces de mantener esta vía, caminaremos por la senda correcta: la atención plena a la situación real, la proposición y el consenso para salir lo antes posible de esta crisis sanitaria y sus consecuencias económicas y sociales. Esto no quiere decir que encontremos la armonía en todas las propuestas, lo sé. Pero también soy consciente que las antiguas recetas del enfrentamiento, de la toma de decisiones unipersonales y los hiperliderazgos excluyentes han pasado a la historia de la buena gestión.

No podemos echar el tiempo atrás, pero sí gestionar bien el que tenemos por delante.

Es por sentido común, o más, es por nuestro futuro y el de nuestra provincia.

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