El asesinato de Isaac, expolicía de 45 años que sufría una enfermedad degenerativa y se encontraba en silla de ruedas nos ha dejado helados. Y a medida que trascienden detalles del trágico crimen y del carácter y comportamiento de su ahora viuda y presunta asesina se nos hiela la sangre cada vez más. La información se va suministrando con cuentagotas y cada una de las novedades es, quizás, más macabra que la anterior. Y es que sólo una persona macabra es capaz de quitarle la vida de semejante forma a alguien que está postrado en una silla de ruedas. Ella ha sido bautizada como la viuda negra de Godelleta.

Técnicamente pensada para el asesinato en serie, la categoría o tipología de viuda negra aplica a aquellas mujeres que matan principalmente por lucro, odio o venganza a familiares o personas de su entorno cercano: maridos, amantes o hijos. En las siguientes líneas el lector alcanzará a sentir y pensar lo que Beatriz -la protagonista de esta historia- sintió y pensó cuando, presuntamente, acabó con la vida de su marido Isaac. La pregunta que con más frecuencia asalta mi mente es la siguiente: ¿qué clase de persona mataría a su pareja, la enterraría, y colocaría su silla de ruedas justo encima? Con mucha lógica y sentido común podemos deducir que una no demasiado inteligente y con una planificación escasa.

A este respecto podemos afirmar que uno de los pocos actos de precaución que tomó fue enterrar a su marido. Sin embargo, esto no basta cuando colocas justo encima su silla de ruedas a modo de letrero luminoso. Ni tampoco cuando eres una persona fría, calculadora, grosera y violenta, tal y como afirman de ti tus propios vecinos, que te escuchan insultar a tu marido en casa. Ni tampoco cuando tardas hasta 4 días en denunciar la desaparición de tu marido discapacitado y postrado en una silla de ruedas. Y es que como viuda negra tejió su red para atrapar a su marido y no dejarlo escapar. Late en este crimen un móvil económico, pero también de odio. ¿Odio? Sí, odio. Las mujeres no acostumbran a matar con medios tan directos y que implican un contacto personal tan fuerte como es la asfixia -tal y como hemos conocido del informe preliminar de autopsia-.

Y es que una motivación mucho más personal que el lucro subyace en un crimen que presenta un modus operandi así. Quizás se cansó de esperar a que su marido muriese de forma natural para heredarle y decidió poner punto y final ella misma. Lo que no sabía es que también se estaba poniendo el punto final sobre ella misma. Y esto es lo único bueno de este sobrecogedor relato.