El portavoz adjunto de Ciudadanos en el Congreso de los Diputados Edmundo Bal ha dicho algo en lo que estoy absolutamente de acuerdo. Hay que sentarse con el Gobierno para negociar los PGE para que no sean los presupuestos de Rufián, BNG y Bildu. Yo añadiría que tampoco los de Unidas Podemos.

Ese debe ser el tono y la forma de hacer política. El PP debería cambiar el chip, dejar a un lado la crispación y convertirse en un partido útil con sentido de Estado.

Si Sánchez no encuentra ese apoyo en los partidos constitucionalistas, lo buscará donde haga falta, como ya ha hecho en otras ocasiones, para sacar adelante los PGE y los partidos independentistas están dispuestos a dar ese apoyo al Gobierno. No porque les importe que España tenga unos PGE, eso se las trae al pairo, sino para arrancar concesiones. En el caso de Bildu, la política de acercamiento de presos a cárceles próximas al País Vasco, una vieja reivindicación de la izquierda abertzale. En el caso de ERC, la mesa de diálogo que reclaman para la puesta en marcha de un nuevo referéndum independentista pactado o no con el Estado y la excarcelación de los políticos presos. Esa es su única preocupación.

Por tanto, la estrategia es dinamitar cualquier tipo de acuerdo que pase por ERC o Bildu.

Y ahí es donde deber estar tanto el PP como Ciudadanos. No hay que darle motivos a Sánchez para que llegue a acuerdos con los batasunos o los golpistas.

Que sea en todo caso el propio Sánchez quien descarte cualquier acuerdo con el PP y Ciudadanos. Veremos entonces si la mano tendida que ofrece a la oposición es sincera o es una nueva mentira de las muchas que nos ha contado el presidente del Gobierno.

La formación de Inés Arrimadas ha cambiado de discurso. Y creo que ha hecho muy bien. La estrategia de Albert Rivera de ser la muletilla del PP, poniendo un cordón sanitario al PSOE, a pesar de haber firmado un acuerdo programático de gobernabilidad con Sánchez, que tensionó la relación entre Sánchez e Iglesias, se demostró un auténtico fracaso en términos electorales, que llevo a la dimisión del propio Rivera.

Los partidos tienen que ser herramientas útiles. Seguramente hoy Ciudadanos con 10 diputados es capaz de ser más útil al interés general, que cuando tenía 57 escaños y se dedicaba a ofrecer pactos de Gobierno al PP, cerrándose en banda a cualquier diálogo con el PSOE.

No puede haber dos partidos que simbolicen y representen lo mismo. Ciudadanos ha de asentarse ideológicamente en el centro político y liberal. Ese es su espacio, al que no debe renunciar. Al igual que el PP es un partido conservador, que no puede caer en el discurso ultraderechista de Vox, que ocupa otro espacio ideológico. Legítimo desde el punto de vista democrático porque en democracia todas las opciones políticas tienen cabida. Y Vox es un partido con toda la legitimidad democrática al que han votado más de 3'5 millones de personas.

Hay que hacer políticas de consenso para que los partidos extremistas y aquí también sitúo a los independentistas, tengan cada vez menor representación parlamentaria.

Si se consigue será un éxito de la democracia. Si no, estaremos fracasando.