Carreteras más sostenibles y duraderas, viviendas energéticamente eficientes y resilientes, colegios, centros de salud, residencias y hospitales preparados frente a nuevas emergencias, infraestructuras sólidas que mantienen nuestros sistemas de telecomunicaciones, fustes y zapatas sobre los que se sostienen los aerogeneradores y los parques fotovoltaicos que nos proporcionan energías limpias y respetuosas con el medio ambiente, parques logísticos e industriales claves para el abastecimiento de bienes y servicios tan necesarios para nuestra sociedad, diques que frenan las consecuencias de los temporales, canalizaciones de agua fundamentales para nuestra salud y bienestar. Son algunas de las aplicaciones y soluciones a la vanguardia con las que la industria de la construcción responde a las necesidades del presente y del futuro, contribuyendo a mejorar nuestra calidad de vida, bienestar y nivel de desarrollo socioeconómico, asegurando al mismo tiempo el necesario respeto y su adecuada integración en el entorno.

En las últimas décadas, el sector de la construcción en España ha vivido una gran transformación, especialmente desde la crisis de 2008. Una transformación que no ha sido sencilla, ni tampoco fortuita. La industria de la Construcción ha demostrado su capacidad para gestionar una situación significativamente adversa para transformarla en una oportunidad, lo que le ha permitido, insistimos que con un esfuerzo y costes muy relevantes, rediseñar y modernizar sus procesos para ofrecer a la sociedad unas infraestructuras y edificaciones que sin duda colocan a nuestro país a la vanguardia del mundo.

La industria de los materiales y soluciones para la construcción puede y debe ponerse al frente de la reactivación económica como motor y palanca para la recuperación y el crecimiento social y económico tras la pandemia. Ahora más que nunca, cuando sectores básicos y fundamentales de nuestra economía, como lo es el turismo, se ven seriamente afectados por el impacto del covid-19, es su responsabilidad liderar dicha recuperación económica y facilitar, en la medida de lo posible, que dichos sectores vuelvan a contribuir de manera sólida y sostenida a nuestra economía y bienestar social.

Urge por tanto seguir promoviendo, desde el ámbito público y el privado, el desarrollo de edificaciones e infraestructuras que contribuyan a vertebrar adecuadamente nuestros territorios y promuevan una mejor convivencia y habitabilidad en nuestras ciudades y zonas rurales, a la vez que se asegura el mantenimiento de un empleo de calidad. En definitiva, el bienestar y la cohesión de nuestra sociedad.

Países de nuestro entorno, como Alemania, Reino Unido, Polonia o la República Checa, han considerado este sector como industria esencial desde el inicio de la pandemia. España debería seguir esta misma senda habida cuenta que, según cifras del INE, en 2019 la construcción aportó 73.470 millones de euros al PIB (5,9%), contribuyó al empleo de 1,28 millones de personas de manera directa, dinamizando a más de una decena de subsectores de la economía gracias a su efecto multiplicador. De manera adicional, el conjunto de actividades que componen el sector industrial aportaron, en dicho periodo, 178.000 millones de euros al PIB.

Sobre la base de los datos oficiales del positivo impacto en la economía española del sector de la construcción y sus subsectores dependientes, de la fortaleza económica y del claro potencial de las empresas que lo conforman, CEMEX ha publicado recientemente un informe que pone en valor todos los recursos con los que cuenta el sector para mantener y generar empleo con las máximas garantías de seguridad: «La construcción, Industria esencial y segura». Un estudio que destaca igualmente que la construcción en España reúne todos los elementos para actuar como motor y palanca para la reactivación económica post covid-19.

Se necesita, sin embargo, el apoyo de las administraciones públicas, comunidades, clientes y proveedores, entre otros grupos de interés, para poner en valor la contribución de la industria de la construcción a la economía local, autonómica y nacional. Para alcanzar este ambicioso y necesario objetivo común, resultan fundamentales las medidas propuestas por las principales asociaciones y organizaciones empresariales y profesionales del sector, entre ellas, la Asociación de Empresas Constructoras y Concesionarias de infraestructuras (SEOPAN), la Confederación Nacional de la Construcción (CNC), la Asociación de Promotores y Constructores de España (APCE), la Asociación Nacional de Constructores Independientes (ANCI), la Confederación Española de Asociaciones de Fabricantes de Productos de Construcción (CEPCO) o los reconocidos colegios profesionales de arquitectos e ingenieros de España. Propuestas y medidas que, además de un profundo ejercicio de análisis, denotan un evidente compromiso por ser parte proactiva del proceso y de la solución.

Desde el punto de vista estrictamente administrativo, desde CEMEX consideramos fundamental que, como en la Generalitat Valenciana (Plan Agiliza), se adopten planes ambiciosos para agilizar y simplificar los procedimientos relacionados con el ecosistema de la construcción, altamente interdependiente y dinámico. Entre ellos, quizá los más conocidos son la concesión de licencias de obras y la evaluación ambiental de proyectos, que sin duda tienen un lugar destacado. Del mismo modo y para que la obra pública y privada no se paralice y opere su efecto multiplicador, se deberían flexibilizar los pliegos de contratación y ejecución, reforzar la seguridad jurídica de las inversiones, promover o facilitar la innovación y la digitalización, el desarrollo de nuevos productos y soluciones constructivas que contribuyan al cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y arbitrarse nuevas fórmulas de financiación.

Este desarrollo sectorial debe situar como pilares de su estrategia una transición ecológica, energética y digital justas, ambiciosas pero realizables. El sector ha demostrado que es posible y compatible mejorar la calidad de vida de la sociedad, respetando y salvaguardando el medio ambiente y la biodiversidad. En el mundo empresarial cada vez somos más las empresas que trabajamos en la mejora continua de un modelo de desarrollo sostenible, innovador y resiliente. La construcción es líder en este aspecto.

En un momento en el que nuestra sociedad se enfrenta a una emergencia triple (sanitaria, económica y climática), el sector privado y, de manera especial, la industria de la construcción y el resto de subsectores dependientes, pueden aportar un gran valor diferencial para afrontarlas con éxito: políticas y protocolos para la protección de la salud de los trabajadores y la prevención de riesgos laborales, conocimiento y experiencia en áreas y materias clave, capacidad de inversión, compromiso con la innovación y con el empleo de calidad, la sostenibilidad o la dinamización económica, entre otros elementos.

En el ámbito de la salud, parece que la emergencia sanitaria que hemos vivido en los últimos meses está empezando a estar bajo control, pero no podremos estar tranquilos hasta que exista una vacuna o tratamiento efectivo contra el Coronavirus. La industria de la construcción tiene la ventaja de que su actividad implica un riesgo muy pequeño en la propagación del virus por la baja densidad de trabajadores que conlleva. En CEMEX hemos puesto en marcha a nivel global 52 protocolos de acción y prevención para proteger a nuestros empleados, colaboradores, comunidades, clientes y mantener la continuidad del negocio y ofreciendo así una mayor protección ante los nuevos riesgos que presenta el COVID-19, al tiempo que nos adaptamos a las indicaciones de las autoridades sanitarias competentes.

Con todo ello, podemos afirmar, sin miedo a equivocarnos, que estamos preparados para ayudar a reactivar la economía y servir de punta de lanza de la recuperación económica del país y, especialmente, de la Comunitat Valenciana, donde su empresariado ha dado sobradas muestras de valentía, conocimiento, compromiso, capacidad de innovación y para la superación de adversidades, exitosamente coordinados en la Confederación Empresarial Valenciana (CEV). Cuando las empresas privadas y administraciones públicas unen sus esfuerzos, escuchando las demandas sociales e involucrando al tercer sector, surgen grandes compromisos e iniciativas que, a través de una eficiente colaboración público-privada, generan un beneficio compartido con y para la sociedad. La construcción, el mantenimiento y la mejora de nuestras infraestructuras debe ser una de ellas.