La prensa libre está hoy más en peligro que nunca.

Matías Prats, Vicente Vallés y todo aquel que no se pliegue a los dictados del inefable Iglesias Turrión y su séquito de adoradores corre el riesgo de ser señalado y vilipendiando por parte de esta nueva hornada de pseudopensadores de pacotilla como Pablo Echenique o Juan Carlos Monedero, que a golpe de tuiter vomitan toda su inquina personal hacia magníficos profesionales del periodismo.

Muchos periodistas entre ellos Ana Pastor han salido en defensa de Vicente Vallés no por una cuestión de corporativismo profesional sino porque Vallés es uno de los mejores profesionales, con una trayectoria intachable y, sobre todo, muy respetado dentro y fuera de la profesión.

Un día escuché a Carlos Alsina decir que el buen periodista es aquel al que sus oyentes no saben a qué partido vota. Vallés es uno de esos profesionales. Entreviste a quien entreviste o moderando un debate, no se deja preguntas en el tintero, la información está por encima de todo.

El ataque de Echenique para tratar de silenciarle es un ataque a la libertad de expresión y a la prensa libre, hoy más necesaria que nunca.

El politburó que dirige Unidas Podemos quiere una prensa doblegada al poder, propia de los regímenes totalitarios, con un control férreo de los medios de comunicación por parte del Estado.

He echado en falta por parte del presidente del Gobierno Pedro Sánchez una defensa de la prensa libre y de los profesionales, que cada día están al pie del cañón informando, ante lo que es un ataque injustificado a uno de los pilares de nuestra democracia y nuestro sistema de libertades, hoy más cuestionado que nunca por parte de sus socios de Gobierno.