No cabe duda de la diversidad de problemas que genera la convivencia a las poblaciones que radican en las ciudades que tienen un puerto. En cuanto a la contaminación ambiental no podemos más que mostrarnos inflexibles e intolerantes con la lentitud e ineficiencia con que las autoridades abordan los problemas de contaminación atmosférica en sus grandes ciudades. Lentitud, ineficacia y, sobre todo, falta de transparencia y participación ciudadana. Todo puerto es un agente tanto dinamizador de la economía como de la contaminación atmosférica. Un agente que funciona como un microestado dentro del Estado. Un agente que, históricamente, ha evolucionado a espaldas de su ciudad. El Puerto de Valencia, desde su voracidad insaciable y tristemente famosa ampliación Norte (incluida la fallida y, en algunos casos, violenta, ZAL), requiere una reflexión más compleja. Ya fue un error no optar por el Puerto de Sagunto en su ampliación sur de 1986, reconocido por el exalcalde de València, Ricard Pérez Casado. Tal vez la sociedad no estaba mentalizada suficientemente sobre los conflictos medioambientales, pero aquello terminó con las esperanzas de los barrios de Natzaret y La Punta, y para el movimiento vecinal era una oportunidad para rematar la reindustrialización de Sagunto, sumergida en una profunda crisis tras la eliminación de los Altos Hornos en aquella localidad. Y se persistió en el error en la ampliación norte de 2007 ya que la Declaración de Impacto Ambiental (DIA) ya advertía que es técnicamente evidente que las sucesivas ampliaciones del Puerto provocan una alteración de la dinámica marina litoral que da lugar a procesos regresivos, intensos y visibles en la desembocadura del Turia y en las playas del sur, en especial en Pinedo y el Saler, ambas dentro del entorno del Parque Natural de La Albufera.

Es evidente, pues, que la Autoridad Portuaria adquiere, o debe adquirir el compromiso, de por vida, de regeneración del litoral referenciado y minimizar la vulnerabilidad del Parque Natural. Y será una exigencia del movimiento vecinal, además de manifestar que el Puerto tiene una deuda que saldar con Valencia ciudad, y, en especial, con el barrio de Natzaret y poblados marítimos.

Ríos de tinta, opiniones y contraopiniones ha generado el actual cambio del proyecto que afecta al interior del dique en zona de dominio portuario. Nuestra entidad entiende que ya está claro y definido en la DIA el impacto medioambiental pero es imprescindible que dichos cambios ofrezcan todas las garantías medioambientales exigibles, pacifiquen las preocupaciones legítimas de entidades vecinales y ecologistas y estén en sintonía con el acuerdo de la ONU sobre los ODS de la Agenda 2030. Nos congratulamos de las medidas de suavización que ha adoptado el Puerto y, sobre todo, por fin que alza su mirada en la viabilidad de Sagunto como punto estratégico de los Corredores del Mediterráneo y del Cantábrico.

Asímismo nos congratula la propuesta del Ayuntamiento de la construcción de un gran túnel que unirá la Ciudad con el Puerto dando lugar al Parque de la Desembocadura del río Turia que tanto soñaba el barrio de Natzaret. Por fin, algo de justicia.

Arcadi España, titular de la Conselleria de Política Territorial, Obras Públicas y Movilidad, ya manifestó que el Puerto no podía ir a su aire, el Ayuntamiento por otro camino y la Generalitat por otro. Que es precisa la coordinación. No estaría mal establecer una nueva dinámica en su relación con sus ciudades y áreas metropolitanas y la elaboración y ejecución de un plan medioambiental adaptado a exigencias ambientales. No estaría de más, abrir de una vez a la participación ciudadana en la fiscalización de las políticas portuarias de su ciudad. No estaría de más.