Tras unos cuantos días de cielo azul, entre algunas nubes bajas y otras más desarrolladas de tipo cúmulo o cumulonimbo, reconocibles por su aspecto de coliflor, ayer la cúpula celeste adquirió un tono blanquecino y la visibilidad se redujo de forma clara. Esto ocurre cuando llega una masa de aire cargada de polvo en suspensión procedente del continente africano, como la que ahora tenemos y respiramos. La concentración de partículas es elevada pero no supone un riesgo para la salud, como sí ocurrió hace unos días en las islas Canarias. Aquí se podría considerar como un dispositivo visual de aviso ante las condiciones meteorológicas que nos circundan y sobre todo planean sobre nuestras cabezas, a poco más de 2000 metros. A esa altitud, los índices de humedad son bastante bajos y están afectando a la actividad de las nubes de tormenta. Aunque las condiciones no sean las más ideales para su desarrollo, algo más arriba tenemos un embolsamiento de aire frío que está conspirando para que las 'coliflores' crezcan y esto suele ser un problema.

Ayer las comarcas del interior de las provincias de Valencia y Castellón registraron fenómenos tormentosos con bastante actividad eléctrica, además de fuertes rachas de viento y en ocasiones muy poca precipitación. Cuando a su paso no descargan más de dos litros por metro cuadrado se considera que la tormenta es 'seca'. En realidad las gotas sí que se desprenden de las bases de los cumulonimbos, el problema es que para llegar a la superficie tienen que atravesar una zona de aire seco y muchas se esfuman antes de rociar el suelo. Este proceso muchas veces se aprecia a simple vista, como cortinas azulonas que se desligan de las nubes pero que van perdiendo consistencia en su descenso hasta desaparecer antes de impactar en el suelo. Adquieren el nombre de 'virga'. En cambio, el viento asociado al núcleo de tormenta y los rayos sí que acostumbran a progresar hasta peinar nuestras ciudades y zonas de montaña. Estas últimas son las que más preocupan.

Los rayos de las tormentas secas generan el 4% de los incendios en España, conatos que además suelen ser difíciles de extinguir, en tanto que muchas veces aparecen en zonas de difícil acceso. Entre los años 2010 y 2015 la Comunitat acumuló 563 incendios provocados por los rayos que calcinaron algo más de mil hectáreas, en días como el de ayer, hoy o incluso mañana, porque las condiciones seguirán siendo propicias para estos fenómenos. El 95% restante son de origen humano, así que para abominables, nosotros. Como siempre.