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tierra de nadie

Nosotros veremos

Los seres humanos tenemos un tamaño excesivo con relación al espacio que ocupamos. Deberíamos ser menos o deberíamos ser más pequeños. Lo insectos caben en cualquier parte y comen poco y mal. Por eso pueden multiplicarse sin otros límites que los que les imponen sus depredadores (entre los que nos encontramos). Pero ocho mil millones de bípedos que lloran son demasiados para este planeta incluso cuando ríen. La población mundial se ha duplicado en pocos años y en 2100, que está a la vuelta de la esquina, será de once mil millones, el doble que en 1990. Por si fuera poco, gran parte de esa población es obesa, lo que significa que necesita más espacio que cuando éramos delgados.

Cuando éramos delgados podíamos dormir en camas de cuarenta centímetros. En todas las casas había una cama estrecha para las visitas inesperadas en las que a veces dormían dos. En mi colegio todos los niños éramos flacos. Parecíamos una colección de lápices. Deberíamos regresar a la delgadez como el que vuelve a casa tras haberse pasado media vida en el extranjero. Vivir en la gordura en la que nos hemos instalado durante los últimos años ha sido como vivir en Alemania: se estaba bien, sobre todo al principio, pero luego se cansaba uno del idioma y de la diabetes y del dolor de rodillas. No tengo ni idea de cuánto pesa ahora mismo la humanidad en su conjunto, pero estoy seguro de que podría perder la mitad de los quilos que acumula y repartir mejor los que quedaran sin que ocurriera nada malo. Además, mejoraríamos desde el punto de vista de la salud e Ikea podría reducir el tamaño de los sofás. Todo ello sin contar el ahorro que provocaría este adelgazamiento general en la moda. En los vestidos cabrían dos o tres personas. Y, en un par de zapatos, cuatro pies. El mundo sería en general más sostenible.

Lo de perder altura es más complicado, pero si la ciencia se pusiera a ello descubriría en poco tiempo un fármaco que afectara a la hormona del crecimiento. Quizá ya exista, pero habría que hacerlo obligatorio. Bastaría con perder un metro de media para que las viviendas nos vinieran grandes de repente, por lo que el problema universal del techo se resolvería también. Eso o dejar de nacer. Nosotros veremos.

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