Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El lápiz de la luna

El humor inteligente en jaque

Somos los conguitos y estamos requetebién/vestidos de chocolate/con cuerpo de cacahuete/Somos redonditos/y siempre vamos a cien/con chispa/ritmo y marcheta/pa´que te lo pases bien/. Crecí con esta canción y siendo adicta a los Conguitos y me importaba un carajo si eran blancos, negros o multicolores. Me gustaban y punto. Aún a día de hoy -con más mesura por cosas de la edad- siguen siendo de mis golosinas favoritas y siempre que puedo aprovecho para darme un capricho. A día de hoy también sigue dándome igual si son blancos, negros o multicolores. Igual que no me escandaliza que haya gente de otras razas, con otro color de piel, otro credo, otra condición sexual y no sé qué más añadir pero vamos, que me gusta la gente y punto. Tampoco me planteo mi color de piel, mi raza, mi credo o mi condición sexual. No creo que deba rizar mucho más el rizo, obvio que no, si ya hay otra gente que sí se dedica a rizarlo y, ya ven, esa gente no me gusta tanto, independientemente del color de su piel, su raza, su credo y blablablá. El otro día me hice eco, a través de una amiga, de que alguien tuvo la genial idea de poner en marcha una campaña contra Lacasa para que retirasen del mercado Los Conguitos por considerar que utilizan una imagen racista. Me quedé blanca, y no va con segundas. ¿Nos vamos a cargar todo lo que sea de gama oscura? ¿Qué va a ser entonces del conejo del Nesquik? Los Conguitos son negros y las fresas son rojas y el plátano amarillo ¿y qué pasa? Esto de querer quitarse de en medio todo lo "oscurito" me trae muy malos recuerdos. Así empezó Hitler, intentando alcanzar una raza aria. No creo que ver estigmas allá donde miremos nos vaya a hacer ciudadanos más conscientes. Tampoco creo que retirar esa marca del mercado sea "ennoblecer" a los congoleños, como pretende el promotor de esta campaña. A veces basta con saber leer entre líneas. La parodia aparece en diversos géneros artísticos, ya sean literarios o teatrales, pone a prueba nuestra capacidad de discernir el bien y el mal sin necesidad de estructurarlo como moralmente (in)correcto. Creo que estamos empezando a adentrarnos en arenas movedizas con esto de querer medirlo todo con una vara estricta donde debemos hacer uso de eufemismos para comunicarnos o, de lo contrario, estamos violando los derechos y las libertades de los otros. El asesinato de George Floyd sí fue un acto racista. Que en África se estén muriendo de hambre mientras en el resto de Europa miramos para otro lado sí es desigualdad. Que una mujer no tenga los mismos derechos laborales -en algunos sectores- que los hombres sí es discriminación. Pero que unos dulces de chocolate sean negros y se llamen Conguitos, no creo que sea el mayor de los problemas de nuestra sociedad. En ocasiones, este tipo de "solidaridad" se me antoja rancia y falsa. Si de verdad queremos cambiar el mundo deberíamos hacerlo haciendo uso de la inteligencia y veríamos qué cosas son realmente necesarias cambiar y no creo que sean unos manises bañados en chocolate.

Compartir el artículo

stats