Allá por los años ochenta la política cultural del Ayuntamiento de Valencia pivotó sobre un eje muy definido que se llamaba Mediterráneo. La creación e impulso de iniciativas como la Mostra de Cine o la Trobada de Música no respondían al capricho de unos gobernantes o a las ganas de fiesta de la gente, sino que obedecían al intento de situar a la capital valenciana como una ciudad con peso específico en el ámbito mediterráneo. Cuatro décadas después algunos de esos proyectos desaparecieron durante la larga noche populista y conservadora de Rita Barberá, otros han sido recuperados en los últimos años con Joan Ribó, quizá con distintos nombres, y también planes nuevos han fijado remozados objetivos culturales. Pero aquella apuesta estratégica de los ochenta para Valencia se ha diluido desgraciadamente entre indefiniciones y desidias. Aquella política mediterránea llevaba el nombre de Ricard Pérez Casado, el que fuera alcalde de la capital durante una década, entre 1979 y 1988. Tal vez la ciudad, sus élites y sus vecinos, sus representantes políticos y sus organizaciones sociales, ya no aspiren a un liderazgo en el Mediterráneo. Pero no cabe duda de que Pérez Casado sigue apasionado por el estudio de un mar que imprime carácter a todos los que nacen en sus orillas. Y a propósito de orillas, Ricard acaba de publicar un lúcido y esclarecedor libro, Las desigualdades mediterráneas, reto del siglo XXI (La Catarata) que repasa en clave geopolítica los múltiples desafíos que afrontan tanto los pueblos ribereños del Norte como especialmente los del Sur.

Esta nueva incursión intelectual del exalcalde en esta región demuestra que aquellas iniciativas de los ochenta no eran una pose propagandística, como algunos criticaron en su época. Muy al contrario, se trataba de una preocupación arraigada en un político que ocupó más tarde cargos relevantes en este ámbito geográfico, desde administrador de la UE para la ciudad bosnia de Mostar a presidente de la comisión delegada del Instituto Europeo del Mediterráneo. Así las cosas, el último libro de Pérez Casado, impulsado por la Fundación Asamblea de Ciudadanos y Ciudadanas del Mediterráneo, va más allá del goteo informativo de la llegada de pateras con migrantes o de los conflictos bélicos en varias riberas del mar para adentrarse en la geografía, la historia, el medio ambiente o la economía sin olvidar, por descontado, las alternativas que propone tanto a las instituciones como a la sociedad civil. El instructivo ensayo lleva tras de sí años de trabajo, bien en la soledad de un despacho o una biblioteca o bien a pie de calle en los numerosos escenarios mediterráneos recorridos por Ricard. Mezcla de teoría y práctica, de realidad leída y de experiencia vivida, Las desigualdades mediterráneas, reto del siglo XXI ofrece una herramienta muy útil para aquellos lectores que deseen adentrarse en las turbulentas aguas de nuestro mar. Por todo ello hay que agradecer al autor su notable esfuerzo y admirar su condición de político y escritor. Decía el que fuera presidente del Congreso y rector de la Universidad Carlos III, Gregorio Peces-Barba, fallecido en 2012, que uno de los mayores defectos de los políticos españoles radicaba en que eran ágrafos. Algo que, por supuesto, nunca podrá decirse de Ricard Pérez Casado.