Ha pasado un año desde que, con responsabilidad, ilusión y compromiso, tomé posesión como portavoz de Ciudadanos (Cs) en la Diputación de Valencia. Doce meses marcados por esta crisis insólita en la que todavía estamos inmersos. Sin duda, pesa mucho en el balance anual.

Políticamente, ha sido una experiencia reconfortante porque en los momentos de dificultad es cuando das lo mejor de ti mismo y el cargo de servidor público cobra su máximo sentido. De esta manera, del confinamiento, me quedo con la altura de miras de los grupos políticos de la Diputación. Todos a una para hacer lo que nos corresponde: intentar que esta situación inédita perjudique lo menos posible el bienestar de la ciudadanía.

Para conseguirlo, Ciudadanos ha aportado su granito de arena. Nos satisface la aprobación de algunas de nuestras iniciativas: el aprovisionamiento de material para los municipios ante posibles rebrotes, entre otros. Ya se han comprado 120.000 mascarillas gracias a esta propuesta naranja; la creación de una comisión específica de COVID-19 para ser más eficientes; la certificación de la seguridad de los comercios mediante un sello, medida que incluimos en nuestro plan de reactivación del turismo o el aumento de la inversión en nuestros municipios en base al remanente de tesorería.

Estamos muy agradecidos al equipo de gobierno y a todos los grupos políticos de la Diputación por acoger nuestras propuestas e implantarlas. Un logro naranja que, gracias al diálogo y al consenso, es de todos para los valencianos.

Por eso, como dice la canción, todo pasa y todo queda. Esperemos que la crisis pase pronto y que quede el aprendizaje porque hemos adquirido una valiosa experiencia. Ahora estamos mucho más preparados para afrontar lo que pueda venir. Es cierto que la incertidumbre sobre la evolución de la pandemia dificulta el trabajo; pero acumulamos conocimientos que, indudablemente, nos serán muy útiles.

Aunque el coronavirus es nuestra principal preocupación y copa cualquier análisis anual que podamos hacer, hemos hecho muchas más cosas antes de marzo. En esos nueve meses de legislatura, hasta que el coronavirus se colara en nuestras vidas, Cs en la Diputación ha trabajado en dos vertientes.

Por una parte, hemos fiscalizado la labor del Gobierno. Hemos estado muy vigilantes a las ayudas que el bipartito le ha dado a asociaciones catalanistas que pretenden romper con España. No solo lo hemos denunciado sino que hemos conseguido recuperar 61.000 euros de todos los valencianos que iban a ir a Acció Cultural del País Valencià. Una subvención que no se había justificado y que, por lo tanto, no se podía realizar.

Por otra parte, hemos logrado aprobar mociones, algunas por unanimidad, para ayudar a los municipios. La última, para buscar la solución definitiva a las playas de la costa sur de la provincia, como la de Tavernes de la Valldigna, que se han quedado prácticamente sin arena, lo que supone un perjuicio económico y medioambiental para la zona. Además, estamos especialmente satisfechos por la aprobación de una iniciativa para asesorar a los municipios en la solicitud de ayudas europeas. Cada año se pierden muchas subvenciones porque los pueblos, sobre todo los más pequeños, no tienen personal para gestionar tanta burocracia.

En definitiva, Ciudadanos en la Diputación ha trabajado para arrimar el hombro y contribuir a la prosperidad de los municipios valencianos y sus habitantes. Lo hemos hecho antes de la COVID-19, lo hacemos durante la crisis y, les aseguro, continuaremos en esta línea hasta que acabe la legislatura.

Todo esto, nuestras propuestas y nuestra lealtad en los momentos más difíciles vividos en democracia, demuestran que Cs apuesta por la política útil, alejada del circo estéril de otros. Un espectáculo que además de no solucionar problemas, genera crispación. En este sentido, nuestro balance es un año de trabajo naranja que construye y mejora la provincia de Valencia: un año que suma.