Informa un periódico digital de ámbito nacional el 10 de julio, en el artículo "Un tribunal de la Universitat Jaume I filtra por error un vídeo en el que los profesores llaman "becerros" e "inútiles" a los alumnos que se examinan", firmado por Laura Martínez, que varias personas del profesorado que formaba parte del tribunal de los TFG (Trabajos de Fin de Grado) del estudiantado de cuarto curso de Periodismo de la UJI, subieron por error el vídeo de la evaluación de este alumnado en la plataforma Google Drive vinculado a las cuentas de correo corporativo, por lo que automáticamente, se mandó la grabación al estudiantado en cuestión, quien así se enteró de que este profesorado se burlaba de sus trabajos y, también, de ellas y de ellos. Al día siguiente, este profesorado, consciente del error, retiró el vídeo, pero el estudiantado ya lo había visto. Los profesores hacían mofa, por ejemplo, del apellido de una estudiante, u opinaban que tales estudiantes "son tan inútiles que no hay que perder el tiempo" (sic). La ausencia de respeto iba unida a que, además, el profesorado evaluador reconocía no haberse leído todos los trabajos. El periódico afirma haber tenido acceso a esta grabación.

Parte del estudiantado se puso en contacto con el tribunal, el rectorado y la vicerrectora de estudiantado. Cuando el tribunal recibió el escrito de la queja, dirigió una carta de disculpa al estudiantado implicado, enmarcando sus comentarios en el ámbito privado porque los mismos se habían realizado en los momentos previos a la evaluación. En los cuatro puntos de la carta de disculpa, publicada el 13 de julio, el profesorado en cuestión hace saber al estudiantado, en relación al video: "Lamentamos profundamente la difusión involuntaria d estos videos" (punto 1). Sin embargo, no se lamenta -y, menos, profundamente- de los comentarios vertidos. Los puntos 2 y 3, entre otros aspectos, inciden en que no era su intención ofender a nadie y que la evaluación respeta el esfuerzo y trabajo del estudiantado. Sin comentarios. El punto 4 se limita a indicar que "estos materiales audiovisuales están incluidos en el marco de la Ley de Protección de Datos, y que su visionado y/o difusión es totalmente irregular y podría acarrear responsabilidades de diferente tipo". Sorprende -y preocupa- una admonición semejante en un texto de pretendida "disculpa".

La Universidad, según el periódico aludido, ha admitido que se trata de comentarios desafortunados, y que, como se habían hecho a priori de la presentación del TFG, no los considera vinculantes. El estudiantado, no conforme con la respuesta del tribunal y un aprobado general, no ha aceptado reuniones de disculpa mediante vídeo llamadas, porque tal actuación no era la solicitada, considerando que el trato recibido es injusto.

Nos parece inadmisible que esto suceda en una universidad pública, por parte de un profesorado que parece haberse socializado en ausencia de ética, siquiera en relación al respeto que merece el estudiantado. No podemos restarle al tema ni un ápice de gravedad. ¿Acaso un vídeo protagonizado por estudiantado mofándose del profesorado y de su trabajo, se hubiera considerado de la misma manera?. Esos momentos previos a la evaluación, ¿no forman parte de la actividad docente (cuando se está hablando de un estudiantado concreto, en el contexto -y con el propósito, que no es otro- de la evaluación de su TFG, a quien se está calificando de inútil)? Un estudiantado que se convierte en objeto de mofa. Y, junto a ello, una irresponsable abdicación de la responsabilidad evaluadora, al confesar no haberse leído los trabajos con los que este estudiantado va a culminar su carrera, según informa la prensa. ¿Es posible evaluar lo que no se ha leído y revisado? ¿Estamos, o no, hablando de poder en el contexto académico?

Un portal de noticias, en su artículo "El vídeo que la Universidad Jaume I envió por error a sus alumnos: los profesores llaman "inútiles" y "becerros a los estudiantes", del pasado día 13 de julio, firmado por Miguel Francés, incluye el vídeo en el que tres profesores hablan y una profesora sonríe ante la definición de "primera vaquilla", proferida con referencia a un estudiante. Cabría preguntarse por la responsabilidad profesoral de las personas que aparecen en el video, más aún si ostentan un cargo académico relacionado con el estudiantado en la UJI.

Y es que, en tal caso, la historia se complica ostensiblemente, atendiendo a la necesidad de una autoridad académica realmente ligada a la ética docente.

¿Puede alguien con responsabilidad académica sobre el estudiantado decir, refiriéndose a éste, que "con esta gente que son tan inútiles no hay que perder el tiempo"? Recordemos, además, el contexto de un curso académico marcado por una pandemia global y un confinamiento, ligado a un estado de alarma, que ha afectado al estudiantado, y la necesidad de trabajar para no dejar a nadie atrás. Como destaca Vicente Manzano en "La Universidad Comprometida" (2011), existe una cultura interna de responsabilidad individual, colectiva e institucional. Hablamos de una acción vinculada a un proceso de evaluación, y señala Jan McArthur en "La evaluación: una cuestión de justicia social"(2019): " la evaluación está en el corazón de cómo nos relacionamos con el conocimiento en la educación superior", visibilizando las consecuencias que nuestra evaluación, entendida como poder, puede tener en la vida del estudiantado, en su autoestima, en su afectividad, cuando la convertimos en un trámite burocrático o se actúa de manera desconsiderada con las personas evaluadas.

Hoy, 15 de julio, otro diario con sede en Madrid, en su sección Educación, informa de que el Consell d'Estudiantat de la UJI ha emitido un comunicado en el que expresa que «los estudiantes no nos merecemos esta falta de respeto» y, que la mayor parte del alumnado ha aceptado estas disculpas; la Universitat Jaume I de Castelló, por su parte, ha emitido también un comunicado en el que indica que abre «un procedimiento para aclarar los hechos y actuar en consecuencia». Habrá que esperar a las resultas de tal actuación administrativa.

Paulo Freire, el pedagogo más importante que dio el siglo XX, que sigue fundamentando la vanguardia educativa en el siglo XXI, defendía en su libro "Pedagogía de la autonomía" (2003) que las profesoras y los profesores deben ser, sobre todo, sujetos éticos que tienen respeto por su alumnado. Hay que respetar la dignidad de nuestro estudiantado. También señala en "Cartas a quien pretende enseñar" (2002) que, para analizar una práctica, la evaluación del contexto significa un reconocimiento de lo que viene sucediendo en él, cómo y porqué. ¿Qué consideración se tiene del estudiantado, y del propio oficio docente, cuando se producen hechos como éste? Las acciones docentes nunca son neutras, siempre implican un posicionamiento educativo y, consecuentemente, social. Como se enfoque este tema también es una opción acerca del modelo de Universidad Pública por el que se opta.

Emilio Lledó, en "Sobre la educación" (2018) nos recuerda que, el profesorado, en nuestra docencia, transmitimos nuestra personalidad intelectual, nuestra concepción del mundo y de la ciencia. Y, francamente, no es esta la Universidad que defendemos, por la que trabajamos. Callar no puede nunca ser, en casos así, una opción, porque ese es un silencio cómplice.

* Catedrática Escuela Universitaria UJI y Catedrática Universidad UJI, respectivamente