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Mágica normalidad

La sociedad está sedienta de consuelo y cada uno es pieza fundamental para conseguirlo

Brotes y rebrotes, estas son las dos palabras que inevitablemente en los últimos días van apoderándose de una parte importante de nuestro cerebro. Junto con otras tantas como: mascarillas, gel, distancia, focos activos, desinfección, crisis y fallecidos, vamos contagiándonos de preocupación, preocupación que lleva al miedo, miedo que lleva al pánico y pánico que termina en desesperanza. El dichoso virus ya está haciendo bastante daño como para permitir que nos siga golpeando con esa fuerza descomunal capaz de hundirnos en el pozo de la desesperación. No cabe duda de que la mejor arma para ganar esta batalla reside en nuestra actitud. Desde mi humilde opinión, lo primero que debemos hacer es actuar como ciudadanos conscientes, responsables y ejemplares. No es necesario estar todo el día quejándonos, criticando y cuestionando las normas, basta simplemente con aceptarlas. Y en segundo lugar, y no menos importante, es mirar como miran los buenos arqueros, apuntando alto y hacia adelante. No es tiempo de besos y abrazos, que sin duda volverán, es tiempo de espera, de crecimiento personal, de comprender al otro y de valorar el trabajo abnegado de tantas personas que diariamente se dejan la piel para que tú y yo vivamos más tranquilos y felices. Tenemos una tarea importante, revisar el amor. Es necesario despertar los pliegues donde el corazón se nos ha quedado encogido y adormilado casi sin darnos cuenta. Mañana cuando te levantes (intenta que sea con el pie derecho) ofrece lo que está de tu mano, aire limpio, fresco y renovado.

La sociedad está sedienta de consuelo, alegría y esperanza y tú, eres una pieza fundamental para saciar la sed. Me gusta pensar que cada uno de nosotros somos un verso que compone un magnífico poema, tendremos entonces que comenzar la poesía desde lo más sencillo y cotidiano. Es tan simple como sonreír, leer cosas bellas aunque estén escritas con mala letra, abrir la puerta para dejar pasar al otro, escuchar atentamente, enviar un WhatsApp cariñoso o hacer una llamada inesperada. Será entonces cuando lo ordinario se vuelva extraordinario y podremos ser al fin testigos de una "mágica normalidad". Única y exclusivamente depende de ti. Y recuerda que mañana no serás perfecto, pero lo harás mejor.

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