Durante la pandemia y el período de confinamiento varios informes han dado cuenta de las mejoras en la calidad del aire. Sin embargo, nadie debería pensar que la crisis climática ha acabado o que se acerca a un nuevo punto de equilibrio, ni mucho menos. Según los autores de un estudio publicado en Nature, la cantidad actual de dióxido de carbono en nuestra atmósfera no se había visto desde hace 3,3 millones de años. Se estima que para el año 2025 el nivel de CO2 pasará a 427 partes por millón (ppm), un valor visto durante el Mioceno (hace 15 millones de años), donde las temperaturas eran entre 3 y 4 ºC más altas que en la actualidad y el nivel del mar estaba 20 metros por encima de lo que está ahora mismo. El valor de dióxido de carbono se acercará mucho al momento en que nuestros antepasados se separaron de los orangutanes y se convirtieron en hominoides bípedos.

Pero, ¿cómo es posible saber todo esto? El equipo de investigadores de la Universidad de Southampton ha estudiado el CO2 durante el Plioceno, utilizando los niveles de boro en pequeños fósiles del tamaño de una cabeza de alfiler encontrados en el mar Caribe.

Todas sus pruebas y estudios concluyeron que el valor actual de dióxido de carbono es alrededor de 414 ppm, lo que demuestra que ya estamos en niveles que en el pasado se asociaban con temperaturas y niveles del mar significativamente más altos que hoy. Aproximadamente cada año suben 2,5 ppm, lo que significa que para dentro de cinco años ya habremos superado todo lo visto en los últimos 3,3 millones de años.

Hoy por hoy tenemos un enorme desafío que debemos cumplir. Desde el acuerdo de París, es mantener un aumento de la temperatura global durante este siglo por debajo de los 2 ºC desde el período preindustrial. Nunca hemos tenido una mejor oportunidad. La pandemia del COVID-19 ha brindado beneficios ambientales inusuales: aire, mares y océanos más puros y limpios, así como emisiones de carbono más bajas.

El parón que nos ha ofrecido el coronavirus ha dado optimismo a muchos que creen que se reducirán las emisiones mundiales totales. Este gran cambio que hemos vivido nos exige modificar el modelo energético. Los incendios forestales están incrementando, así como su gravedad y probabilidad. Sin cambios en la producción mundial de energía, no deberíamos tener razones para esperar una reducción duradera de las emisiones.