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Camilo José Cela Conde

Turistas

Habría que poner los esfuerzos en disponer de medios de rastreo de repuntes que permitan controlarlos antes de que proliferen

Me ha parecido genial lo que recoge la entrevista a la exdirectora general de Investigación del Govern balear Margalida Frontera, es decir, la noticia de que se piensa reservar hoteles completos para meter en ellos a los turistas que puedan verse afectados por un rebrote del coronavirus en el archipiélago. Aunque Frontera no da detalles, amparándose en que es la conselleria de Turismo la que se ocupa de elegir y reservar los establecimientos que funcionarían como hoteles medicalizados, lo importante es la idea, pragmática donde las haya. Supone la consecuencia de entender, como hace la señora Frontera, de que las PCR son en la práctica inviables en nuestros aeropuertos e inútiles si se realizaron en los países de origen de los turistas -porque pueden haberse contagiado después-, sumada al más que probable repunte de unas infecciones que se han producido ya en varias comunidades autónomas nada más suspenderse los confinamientos.

Las imágenes de playas, bares y fiestas dejan bien claro que nuestra memoria es muy débil y nuestro sentido común inexistente. Pero como ya ha quedado claro que tan malas o peores que la pandemia son las consecuencias económicas de mantener a los ciudadanos aislados, se suspira por una recuperación del turismo de antes. Y ante las evidencias de que, de su mano, llegará el rebrote, el caso es saber qué hacer con los turistas infectados. Lo de los hoteles destinados a albergarlos puede ser una solución buena desde el punto de vista sanitario pero, en términos del negocio turístico, son muchas las incógnitas que quedan en el aire. Quien costearía su estancia en hoteles medicalizados, por ejemplo, en qué medida estarían los afectados dispuestos a quedar internados fuera de su país por un tiempo impreciso y cómo volverían a casa si su vuelo de avión estaba reservado para otra fecha y no han podido aprovecharlo.

No obstante, tampoco es que las cuestiones sanitarias estén resueltas de manera satisfactoria. Se sabe ya que la mejor forma -la única, en realidad- de combatir los rebrotes consiste en localizar de inmediato a quienes han estado en contacto con los infectados y aislarlos. Pero el número de rastreadores que sería necesario, según los expertos, es de uno por cada 5.500 habitantes, lo que lleva a la necesidad de 216 en Balears. Tenemos, que yo sepa, 162. Y eso tomando en cuenta la población permanente que es, como se sabe, mucho menor que la suma de los turistas que acudían antes de la pandemia cada año.

Por mucho que la cifra baje, que es seguro que bajará, y mucho, donde habría que poner los esfuerzos es en disponer de los medios de rastreo de los repuntes que permitan controlarlos antes de que proliferen. Dicho de otro modo, si se evita el llenar los hoteles medicalizados para turistas salimos todos ganando.

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