Si algo ha demostrado la victoria de Núñez Feijóo en las recientes elecciones gallegas, revalidando por cuarta vez una nueva mayoría absoluta es el tono moderado y centrista de su discurso, muy alejado del tono bronco de Pablo Casado, que sigue pensando que la mejor forma de hacer política es dinamitando al Gobierno.

Ese es el espacio político que debe ocupar el PP para recuperar la hegemonía del centro derecha español.

Seguir el discurso de Vox para arrebatarle votos a la ultraderecha es el gran error de Pablo Casado que solo lleva a la pérdida de respaldo popular, como se ha demostrado en el País Vasco, donde el gran error, en mi modesta opinión, ha sido prescindir de un candidato como Alfonso Alonso, un político que representaba el centro derecha moderado y dialogante. Carlos Iturgaiz está en el extremo opuesto y esa fue una apuesta personal de Pablo Casado, que se ha demostrado totalmente fallida, tras perder cuatro diputados, de 9 concejales ha pasado a 5. Euskadi nunca ha sido una plaza fácil para el PP, que tuvo sus mejores resultados con Jaime Mayor Oreja, pero Iturgaiz representa la línea más dura del PP.

El éxito de Núñez Feijóo en Galicia, aparte de una brillante gestión durante su mandato como presidente de la Xunta, obedece, sin duda, a ese discurso centrista y moderado, con el que muchos votantes del PP se sienten totalmente identificados.

En el PP actual hay dos formas de entender y de hacer política. Una es la que encarna la actual dirección del partido con Pablo Casado a la cabeza y otra bien distinta la de gente como Núñez Feijóo que apuestan claramente por un partido más abierto al diálogo y al consenso, alejado de la crispación y con vocación de partido de Estado.

Casado debe dejar el frentismo y volver a la política útil y pragmática, buscando acuerdos con el PSOE y con Ciudadanos, que aisle a los partidos independentistas de las instituciones y del Parlamento.

Es importante ahora más que nunca la unidad de los partidos constitucionalistas para hacer frente al auge del independentismo.