No soy partidario de las prohibiciones. No me gustan los toros y sencillamente no voy. Si la gente no fuera a las plazas, los toros se terminarían, sin ninguna necesidad de prohibir nada. Y si la gente acude es señal de que gusta, y, por tanto, debe respetarse.

La ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, fue gravemente insultada por un grupo de protaurinos que incluso zarandearon el coche de la ministra durante su visita a la ciudad de Toledo, donde había participado en la presentación de un acto.

Desde aquí quiero mostrarle todo mi apoyo y solidaridad porque todas las actitudes violentas hay que condenarlas vengan de donde vengan y lo ocurrido el otro día en Toledo es sencillamente inadmisible e intolerable.

En mi modesta opinión este tipo de acciones les quita la razón que pudieran tener en sus reivindicaciones.

Es conocido que a la ministra Yolanda Díaz no le gustan los toros y está en todo su derecho; los mismos derechos que deben tener todos aquellos que defienden la fiesta.

Los toros me tocan muy de cerca porque tengo un sobrino que ha sido torero. Ahora ya está retirado. Vicente Barrera. Barrera ha sido un grandísimo torero, como lo fue su abuelo paterno: Vicente Barrera y Cambra.

Mis padres también eran muy aficionados a los toros. Solían ir a la plaza de Villena, cuando en Villena se celebraban corridas de toros. Ahora la plaza está cerrada a los espectáculos taurinos. Se ha abierto ocasionalmente para cumplir con las resoluciones judiciales. Yo iba al bar que había en la plaza y que servía unos pinchos extraordinarios y tenía un encanto muy especial.

Dentro de toda esta problemática que existe siempre que se habla de los toros entre defensores y detractores, hay una realidad que no se puede obviar. El toro de lidia se cría para un único fin: las corridas de toros. Si finalmente desaparece la fiesta, desaparece con ello el toro. Que no piensen los prohibicionistas, que los ganaderos van a seguir criando toros de lidia en sus dehesas para que el animal no se extinga. Se equivocan.

Y puestos a elegir entre morir en un matadero, en el mejor de los casos, con descargas eléctricas o ser criado libremente en una extensa dehesa durante varios años, prefiero la segunda opción.