Quiero un Estado que no ejerza apoyo u oposición a ninguna organización religiosa. Quiero un Estado laico. No quiero un Estado que fomente las expresiones religiosas de parte de su pueblo. No quiero un Estado que pueda tener acuerdos con confesiones religiosas.

España quiere ser un Estado aconfesional y aun reconociéndose como tal no tiene realmente una separación entre Iglesia y Estado.

El artículo 16.3 de nuestra Constitución, con el que, obviamente no estoy de acuerdo, dice: «Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones». Yo sencillamente reclamo el respeto y la consideración a los que no tenemos creencias religiosas.

Con la declaración de la Segunda República, el Concordato con la Iglesia se derogó, teniendo por primera vez en la historia de España un Estado laico con total separación entre Iglesia y Estado.

Tras el golpe militar y con la llegada de Franco se firmó en 1953 el concordato con la Iglesia Católica.

Muerto Franco y con el advenimiento de la democracia llegó la frustración de aquellos y aquellas que como yo creen en la separación de Iglesia y Estado como medio para conseguir el respeto a los no creyentes y conseguir la verdadera democracia.

Menos de un mes después de firmar la Constitución Española, el 3 de enero de 1979 aparece el nuevo concordato con el que comprenderéis no estoy de acuerdo.

No estoy de acuerdo con que la Iglesia reciba un porcentaje del rendimiento del Impuesto de la Renta o el patrimonio.

No estoy de acuerdo con que la Iglesia esté exenta de impuestos sobre inmuebles.

No estoy de acuerdocon que la Iglesia esté exenta de impuestos sobre donaciones y sucesiones.

No estoy de acuerdo con que la Iglesia esté exenta del pago del IVA.

No estoy de acuerdo con que los planes educativos incluyan la enseñanza de la religión católica equiparada a las demás disciplinas fundamentales, aunque sin ser obligatoria. Además, los profesores de religión son elegidos por la Iglesia y no por el Estado.

No estoy de acuerdo con que la Iglesia católica pueda usar libremente para la enseñanza los centros universitarios públicos.

Pocos saben que este concordato tenía un punto que, más de 40 años después de que se firmase, aún no se ha cumplido. Se trata del Artículo 2.5 del acuerdo sobre asuntos económicos: «La Iglesia Católica declara su propósito de lograr por si misma los recursos suficientes para la atención de sus necesidades. Cuando fuera conseguido este propósito, ambas partes se pondrán de acuerdo para sustituir los sistemas de colaboración financiera expresada en los párrafos anteriores de este artículo, por otros campos y formas de colaboración económica entre la Iglesia Católica y el Estado».

Con todo ello sería una desfachatez considerar que España es un país laico, ni tan siquiera aconfesional. Es un país que celebra como festivos los días de los santos católicos, un país en el que sus ministros juran el cargo ante un crucifijo.

En una genuina y auténtica democracia, el Estado no puede tener otra posición que no sea la indiferencia religiosa

Algunos ateos han cambiado la historia del mundo: Sigmund Freud, Albert Einstein, Karl Marx, Christopher Hitchens€ Pero es un hecho cierto que esta creencia en sí misma no hace tu vida mejor ni peor, pues son otro tipo de variables las que determinan nuestro comportamiento.

Yo respeto cualquier creencia, de la misma manera que quiero que me respeten a mí.